Más y mejor información gubernamental

Rafael Arias Hernández

Así sin más,  casi desde siempre, informes oficiales de los gobernantes y comparecencias de los responsables de la administración pública federal y estatal, dan mucho que desear por su insistente tono triunfalista, irreal y lleno de excusas y pretextos.

Dentro de la notoria intención de cambio iniciada, a poco más de un año, se debe considerar la influyente presencia, de una forma gubernamental, conocida como la “mañanera”, a cargo del Presidente de la República, para informar e interactuar,  diaria y abiertamente; forma que, con sus alcances y limitaciones, logra también imponer la agenda  de atención y discusión públicas. Esto, independientemente de que han aumentado, hasta cuatro veces en un año, los informes oficiales masivos.

En cuanto a los gobernadores,  en general, la actividad informativa es mínima y tradicional.

En el caso del Gobierno de Veracruz,  se ha programado un segundo informe o parte complementaria del primero, para responder preguntas a la Legislatura, hecho que puede significar un avance.

En fin, ante  la notoria intención de cambio, necesario reflexionar y debatir sobre este importante tema.

Los informes oficiales deben apreciarse no solo, por el puntual  cumplimiento burocrático de una obligación legal; sino también o sobre todo, por su supuesta disposición y uso público, consulta  y aplicación  posterior  que, por la fecha y forma en que se realizan, salvo excepciones, históricamente  resultan  ser de poca o nula utilidad y de escaso  aprovechamiento. Más bien,  se aprecian como una acción orientada al simple cumplimiento, o hasta al mismo entretenimiento o distracción popular.

El tema de estos rituales gubernamentales tiene importancia y vigencia, sobre todo, si se considera la ineludible obligación de todo servidor público, de cumplir y hacer cumplir a tiempo, la permanente transparencia, el garantizado acceso a la información pública y la puntual rendición de cuentas.  

Entre otras razones, puede destacarse que, en primer lugar, no informan ni pueden informar de lo que todavía no se sabe, ni ha ocurrido, acaso se puede hacer referencia sustentada y precisa, a diagnósticos, estimaciones y objetivos, así como a medios y formas de alcanzarlos.

El problema es que se ha vuelto costumbre hablar y hasta asegurar, sobre hechos y resultados no comprobables, de dudoso destino de recursos públicos y de uso cuestionado de atribuciones oficiales.

El informe federal se realiza el primero de septiembre y se basa en información recopilada, cuando mucho, hasta el mes de julio del año en cuestión: y el estatal, sucede el 15 de noviembre y se integra con  información recopilada, si bien va, hasta septiembre del mismo año.

En ambos casos, la pregunta común  es simple y sencilla: ¿qué sucedió o pasó el resto del año?

La interrogante se amplía o multiplica. ¿En dónde se habla de la evaluación  financiera, del año fiscal en cuestión? ¿Cuál es la utilidad de la presupuestación y programación fiscal,  para fines de planeación y  política económica? 

¿Y lo dispuesto en las Constituciones, en Leyes de los Poderes Legislativos, y demás disposiciones  que establecen obligaciones, plazos, formas y procedimientos?

Qué pasa si el gobernante en cuestión, sólo está obligado a presentar un informe escrito, “en el que manifieste el estado general que guarda la administración pública…”

Si los Secretarios de Despacho y los altos funcionarios, “luego de abierto el periodo de sesiones ordinarias, dan cuenta al Congreso, del estado que guardan sus respectivos ramos…”

Entonces,  lo menos que se debe preguntar es, ¿qué sucede? ¿Dónde queda la obligación legislativa de analizar y evaluar, el desempeño del gobernante federal o estatal en cuestión? ¿Cuáles son, a juicio de este poder,  aciertos y  errores,  logros y  pendientes?  ¿Para cuándo  informe y evaluación oficial del año fiscal?

Imprescindible para planeación y política económica, contar con información gubernamental permanente, accesible y confiable; que además, fortalezca participación y evaluación ciudadana y social, indispensable para la legitimación,  de todas las actividades gubernamentales.

Ni que decir del ausente seguimiento y control social, del cambio gubernamental.

La realidad nacional y estatal, exige responsabilidades a todos, a gobernantes y gobernados. Es hora de gobernar al gobierno.

Empezar por informarse y participar  libremente, con propuestas y respuestas, con críticas y protestas.

Sin demérito de aciertos o errores, es preciso valorar  esfuerzos y aprender lecciones. Destacar logros y avances, carencias y retrocesos. Saber de fortalezas y debilidades, para identificar problemas y conflictos, que la realidad ha hecho y hace evidentes.

Mientras atnto, el país avanza en el cambio necesario y urgente de renovación de las instituciones públicas; de la atención a las mayorías empobrecidas y marginadas; y de una redistribución de oportunidades y recursos públicos.

México no debe seguir distinguiéndose, por exportar más y más pobres; ni porque su principal programa de combate a la pobreza, es el de los pobres, que desde el exterior envían al año más de 36 mil millones de dólares, a los pobres que aquí siguen.

¿Estamos frente a una bomba de tiempo? ¿Hasta dónde llegarán aguante, conformismo y resignación de millones de pobres y marginados?

La pertinencia del cambio económico, político y social es evidente.

Diálogo y  construcción de consensos y acuerdos; así como unificación de voluntades y esfuerzos. Urgen acciones que transformen y consoliden estructuras y funciones.

Para conformar buenos gobiernos, no ignorar lo importante, ni minimizar lo determinante, y tampoco soslayar lo básico.

Gobierno que no cumple con su obligación de atender bien y a tiempo  necesidades sociales; que no prevé lo previsible, ni asegura el futuro; que no sirve ni forma parte de la solución, es un mal o peor  Gobierno. Quien quiera oír, que oiga.

HASTA AQUÍ.

A propósito, recientemente, el reportero insurrecto y reconocido maestro del periodismo, José Pablo Robles Martínez, con base a información de primera mano, adelanto la creciente y justificada disposición del Presidente Andrés Manuel, a realizar cambios y ajustes a su equipo.

Reconocer esfuerzos, logros y avances a los que lo merezcan; y también, identificar a quienes no han podido con el encargo o han hecho mal uso de él; a éstos,  simplemente  se les comunicará: “hasta aquí llegaste”.

-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH

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