Asedio a la democracia

EN EL LLANO

La caída de un régimen no trae por consecuencia una

utopía. Abre el camino a esfuerzos a fin de construir

relaciones políticas, económicas y sociales más justas

y erradicar otras formas de injusticia y opresión. Gene

Sharp: De la Dictadura a la Democracia. Filósofo, político,

profesor, politólogo y escritor estadounidense (enero de

1928-enero de 2018).

El problema no es de ahora, pero se ha enquistado en los sótanos del poder de algunos países latinoamericanos y, a lo que se ve, ¡qué difícil es extirparlo! Se trata de gobiernos autoritarios o por lo menos de resquicios francamente dictatoriales.

En México la tentación es muy grande, por todo lo que ha significado, desde hace décadas, el omnipotente poder presidencial. El desbordamiento autoritario, como ocurre actualmente, transgrede barreras constitucionales y el avance de un totalitarismo que no cabe en la vida democrática de México.

Es imprescindible tomar nota de que ante las autocracias suelen abrirse dos vías peligrosas para perpetuarse: el golpe castrense o el cautivador refugio de los montajes electorales.

Menudean casos y ejemplos: Augusto Pinochet Ugarte, Fidel Castro Ruz, quien después de derrocar al dictador cubano Fulgencio Batista, asumió el poder como primer ministro el 16 de febrero de 1959 y fue elegido presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba el 3 de diciembre de 1976, cargos que ocupó hasta el 24 de febrero de 2008; su hermano Raúl, presidente del 24 de febrero de 2008 hasta el 18 de abril de 2018; Venezuela, que en enero de 1958 derrocó a Marcos Pérez Jiménez, y en donde después se instauró el llamado “chavismo”, una ideología y movimiento político-militar surgido en torno  a la figura del expresidente Hugo Chávez (1999-2013); Nicolás Maduro sucedió a Chávez en el cargo desde 2013; Daniel Ortega Saavedra, presidente de Nicaragua desde 2007… Y otros más.

Llama la atención el hecho de que buena parte de los afanes autoritarios están montados en estructuras originalmente democráticas, que fueron demolidas descaradamente o conquistadas con engaños cuyos autores deciden llevar a sus últimas consecuencias.

Sus principales vertientes suelen ser dictaduras instauradas o instaladas paulatina y cuidadosamente por militares, apoyados en estructuras civiles; o a la inversa: militares auspiciados por el poder civil. Aunque esta segunda versión es poco frecuente, ocurre cuando el diseño estratégico golpista dispone de tiempo suficiente para eliminar obstáculos.

El caso que nos ocupa ahora es el asedio a nuestra atropellada democracia de parte nada menos que del presidente López Obrador. Es inevitable que analistas, observadores y ciudadanía en general caigan en suspicacias cuando, de buenas a primeras, casi tres años después de que el Instituto Nacional Electoral (INE) reconoció formalmente su inobjetable triunfo en los comicios de 2018 para un periodo de cinco años y diez meses, que debe concluir el 1 de octubre de 2024 (según la reforma política electoral aprobada en 2014).

En palabras del propio AMLO, la reforma que anuncia y propone es para eliminar al INE, la institución que como máxima autoridad electoral validó su triunfo en 2018. Cualquier parecido con lo que ha ocurrido en otros países de América Latina, es real. ¿Cuál es la pretensión? ¿Qué desaparezca la huella democrática que lo llevó a ocupar el Palacio Nacional? ¿Desalentar que surja alguien con arrestos suficientes para convencernos de que el cambio democrático todavía es posible en nuestro querido México? O, por el contrario, ¿incorporar a nuestro país a la galería de la audacia golpista latinoamericana?

Hay motivos para suponer que el bisturí político presidencial pretende una cirugía más amplia que, por supuesto, incluya a representantes incómodos de algunos medios de comunicación. ¿Violar la ley? Este paso ya fue dado desde las alturas del poder, sin freno, sin obstáculos. Peor todavía: en algunos casos notables, se dio mediante complicidades vergonzantes, que inclusive fueron premiadas.

En este sentido, los silencios cómplices resultan escandalosos, quebrantados solamente por encubridores súbitos si no es que discapacitados.

La comunidad académica y estudiantil de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha enfrentado con serenidad pero no en silencio, por fortuna, el vendaval, en tanto que otros centros de estudio e investigación, que tanto escozor provocan en las alturas, experimentan diversas asechanzas.

Mientras el presidente estaba en Hermosillo, Sonora, para supervisar el sábado 12 de febrero la construcción de un bello estadio de beisbol (su deporte favorito), la incómoda y latosa prensa nacional daba cuenta de un día más de asesinatos, secuestros y enfrentamientos con bandas criminales en Colima y otras partes del país.

Compartir:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.