¿Cuántos muertos necesita la “4T”?
Rúbrica.
Resulta difícil entender y más aún justificar la compulsión del régimen de la autodenominada “cuarta transformación” por minimizar el impacto que a nivel sanitario puede alcanzar la emergencia por los contagios del coronavirus Covid-19 en México.
Y es que mientras desde el sector salud se emiten recomendaciones para que la gente evite -en la medida de lo posible- salir de sus casas y con ello contener los contagios, tanto el gobierno federal como el estatal veracruzano hacen como si no pasara nada. No solo eso, este último arriesga a su personal a contagiarse masivamente al obligarlo a acudir a laborar en cuestiones administrativas no prioritarias.
¿O era verdaderamente inevitable, impostergable, citar este lunes a Consejo Técnico del sector educativo estatal, como lo determinó el secretario de Educación de Veracruz Zenyazen Escobar? Lo que se aprecia más bien es una brutal e irresponsable necedad con tal de mantenerse en la misma línea del presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien nadie ha podido detener en su afán de exponerse a sí mismo y, en consecuencia, poner en riesgo de igual manera a la población.
Este fin de semana, durante su gira de trabajo por el estado de Oaxaca, López Obrador publicó en sus redes un video tomado en un restaurante en el que aparece acompañado de una mujer y llama a la población a que “no dejen de salir, estamos en la primera fase. Yo les diré cuándo no salgan. Si pueden hacerlo y tienen posibilidad económica, sigan llevando a sus familias a comer, a los restaurantes, a las fondas, porque eso es fortalecer la economía familiar y la economía popular. No hacemos nada bueno, no ayudamos si nos paralizamos sin ton ni son”.
Sin duda, el sector de los servicios se está viendo seriamente afectado por la ausencia de clientes en medio de esta crisis sanitaria. Pero en lugar de buscar otorgar incentivos para el comercio que lo ayuden a paliar la crisis, el mismo gobierno que dice apoyar la economía popular se niega a “rescatar” a quienes generan empleos y riqueza en el país –incluso, cancelando inversiones a través de sus conocidas “consultas patito”-, ahogado en su desgastante discurso de resentimiento y polarización.
Mientras esto ocurre, la Organización Mundial de la Salud –porque el Gobierno de la República se resiste a hacerlo- ya decretó para México la fase 2 de la contingencia sanitaria, lo que significa que se ha entrado a la etapa de la transmisión local del Covid-19, siendo previsible un aumento significativo del número de contagios y de decesos en los días por venir. Hasta el reporte oficial de este lunes 23 de marzo, cuatro personas habían fallecido por esta causa.
Esto hace plantearse de inmediato si el sistema público de salud está preparado para atender el crecimiento del número de contagios. Contra el falso optimismo gubernamental, la respuesta parecería ser no. Solo baste ver las manifestaciones de alarma en clínicas del IMSS y en hospitales públicos, donde hay graves carencias de insumos como desinfectantes y cubrebocas hasta para el personal médico, que literalmente se juega la vida al cuidar la de los pacientes.
En Veracruz, son los gobiernos municipales los que están tomando la iniciativa ante la abulia de la administración estatal. El Ayuntamiento de Orizaba emitió una declaratoria de emergencia y el cierre de espacios públicos, al igual que ya ha sucedido en Tamiahua e incluso en Xalapa, que decretó el cierre de centros de diversión.
¿Cuántos muertos necesita la “4T” para tomárselo en serio?
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