Y, tú…¿de dónde eres?

Niños migrantes recluidos en Centros de Detención en EU. Foto: REUTERS / Carlo Allegri.

Hace décadas que el éxodo de mexicanos migrantes hacia los Estados Unidos sangra a México. Sin embargo, como diría el escritor uruguayo Eduardo Galeano, por las venas abiertas del plasma vital fluyen el esfuerzo, la esperanza y los sueños frustrados de millones de compatriotas.

Puedo asegurar que un altísimo porcentaje de mexicanos (abuelos, abuelas, madres, padres, hijas, hijos, nietas y nietos), tienen parientes que laboran, subsisten o han logrado sobrevivir al sueño que los hizo abandonar su patria: the american dream. El sueño americano.

De hecho, es la mayor diáspora mexicana en el mundo. Sobresale la presencia de connacionales en California, Texas, Nuevo México, Arizona, Nevada y Colorado, estos estados que originalmente pertenecieron al territorio mexicano). También hay comunidades mexicanas muy numerosas en Florida, Georgia, Illinois, Nueva York, Oklahoma, Oregón, Idaho, Ohio y Washington. Es frecuente preguntar entre ellos: “Y tú, ¿de dónde eres?”

Este 2020 sumarán alrededor de 38 millones de seres humanos. Se les puede ver convertidos en empresarios, en funcionarios o empleados públicos; incluso como académicos en planteles escolares de educación baja, media o superior; en negocios establecidos, vendedores ambulantes de hot dogs, aseadores de calzado. En general se concentra en la manufactura, transporte y traslado de materiales, construcción, ocupaciones de mantenimiento y servicios. En síntesis, la fuerza laboral de mexicanos en Estados Unidos es actualmente de 7 millones de trabajadores, aproximadamente.

Unos han tenido suerte, pero la mayoría ha tenido que enfrentar adversidad laboral y a parte de una sociedad con genes racistas. Francamente xenófobos, como el actual presidente Donald Trump, cuya obra insigne es el muro insolente que empezó a construir en la frontera entre Estados Unidos y México.

Muro, por cierto, que se incorpora a una vergüenza de Estado que nos atañe: el gobierno mexicano y muchos otros gobiernos, sobre todo latinoamericanos, no han podido, no han sabido cómo arraigar a los otrora “espaldas mojadas”, porque cruzaban el río Bravo a nado con y todo y familias, hoy renombrados suavemente “migrantes”.

Muro de infamia y remesas

La construcción de ese muro de infamia fue aceptada con sumisión por el actual gobierno de México.

Pero hay algo importante y valioso que suele festinar nuestra élite desde el Palacio Nacional: las benditas remesas que mes tras mes, año tras año, permiten a millones de familias mexicanas sobrellevar desempleo, hambre y pobreza. Caravanas oficiales para el sudor ajeno. 

El monto de dinero que ingresa cada año a México por remesas de nuestros connacionales (¿podremos llamarlos a todos, sin excepción, todavía así?, porque hay que decir que por fortuna aún se asumen orgullosamente mexicanos), es muy cuantioso. Alcanzó 33 mil 677 millones de dólares en 2018, más de 35 mil 100 millones en el periodo anual que concluyó en julio de 2019, y según el júbilo mañanero reciente y palaciego de nuestro presidente, al cierre de este pandémico 2020 podría llegar a 40 mil millones de dólares. Rondaría alrededor del 3% del hasta hace poco desdeñado Producto Interno Bruto (PIB).

Es indiscutible que las remesas que recibe México de nuestros compatriotas, sobre todo de Estados Unidos, incrementan los niveles de vida de los hogares receptores y reducen la pobreza en el país. De hecho, las remesas medidas con relación al PIB alcanzan porcentajes muy altos en las entidades federativas con menores ingresos per cápita.

Curiosamente, la contribución de las remesas es virtualmente ignorada en la medición de la pobreza en México. ¿Por qué? Porque la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), que se utiliza como insumo para medir la pobreza en México, captura menos de un décimo del ingreso por remesas de los hogares mexicanos.

Por eso en 2018, la medición de la pobreza no incorporó más de 30 mil millones de dólares de remesas que recibieron dichos hogares.

Para el 60.5% de los hogares las remesas son importantes en el ingreso del hogar. En el 84.6% de los casos son las enviadas al cónyuge o al cónyuge y los hijos.

Recientemente, el todavía subgobernador del Banco de México, Javier Guzmán Calafell (dejará el cargo el 31 de diciembre), aseguró que las remesas ingresadas han atenuado los problemas económicos de México. Ayudaron a que la economía mexicana no tuviera una mayor caída, enfatizó.

REMESAS, “UNA BENDICIÓN”. AMLO

A su vez, el presidente de México, emocionado, reconoció en una de sus conferencias mañaneras, que las remesas han sido “la principal fuente de ingresos para el país”. Llamó “una “bendición” el que 10 millones de familias reciban alrededor de 350 dólares mensuales.

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