Veracruz, el naufragio

Con honrosa excepción de las altas esferas del poder público federal importa que Veracruz languidezca, que cada día se hunda en el tobogán, ante un novel gobernador morenista que está más preocupado en la frivolidad, puerilidad y en rendirle loas a su jefe, el presidente AMLO.

La cirugía mayor que tanto necesita el intríngulis del aparato político de Veracruz —y que se prometió desde los fragores de la batalla proselitista—, para desterrar el cáncer de la corrupción, la impunidad, complicidades abyectas con el crimen organizado, el deterioro del estado de derecho, sólo se le aplicó un relajante.

Las pandemias continúan diezmando la salud de la estructura piramidal del gobierno de Cuitláhuac García —cada día alejado y enconado de la luz de su padre Atanasio García que hasta lo echó de Palacio de Gobierno—, predomina la simulación, el doble discurso, demagogia, la opacidad y la oportuna rendición de cuentas del gobierno morenista.

Veracruz navega en aguas procelosas del naufragio, del fracaso para llegar con éxito a tierra firme, con un capitán divorciado con su tripulación u oficiales. Las decisiones verticales que ha asumido han deteriorado gravemente el estado de derecho en la entidad.

Los contrapesos formales de los poderes Judicial y Legislativo, así como los autónomos, al góber insulso, acabaron rindiéndole pleitesía, sumándose a sus decisiones oprobiosas para tolerar el deterioro del estado de derecho que está socavado en Veracruz.

El titular del Poder Ejecutivo acabó convirtiéndose en un remedo pueril de sus antecesores, que colapsaron a las instituciones públicas del gobierno de Veracruz. La cirugía mayor que requiere la administración pública estatal y que se comprometió ejecutar el gobierno morenista fue sólo una patraña, una simulación.

Clientelar, pues. No existe de fondo una depuración de los cuadros de la SSP, donde siguen operando alfiles de los gobiernos de la fidelidad, del Duartegate y del Yunesgate que están coludidos con el crimen organizado.

No hay transparencia de las licitaciones públicas, se continúan ejerciendo a modo y en algunos casos se favorecen a los compadres del presidente AMLO, como es el caso del Sector Salud. La opacidad en el manejo de los dineros públicos de la SSP es aberrante.

Hay un desencanto, reproche y encono de la sociedad civil y de los ciudadanos de a pie, por la falta de cumplimiento de promesas del anodino góber ante la sevicia de los transgresores de la ley. La reactivación económica esperada y anhelada por los veracruzanos nunca llegó. Todo fue un vil ardid. Un cuento chino.

La recesión económica, la inseguridad pública, el rezago de pagos a proveedores —entre otras asignaturas—, el subejercicio del presupuesto anual son rubros que el gobierno de Cuitláhuac García incumplió a 10 meses de su sórdido ungimiento. Los logros, aciertos y avances han sido pírricos en comparación con el grave desgaste del tejido social y del estado de derecho.  

Veracruz navega en la marea del naufragio, con una oposición que poco a poco se ha alineado a los conversos de Morena de la LXV Legislatura local —con un alfil del exgóber rijoso MAYL, Juan Manuel Pozos Castro, que cobraba en el IPAX en su bienio y que continúa siendo su cancerbero—, sin que en las altas esferas del Palacio Nacional les importe el destino social del estado.

Los reclamos populares, que en 2018 constató el joven Cuitláhuac, de los 8 millones de veracruzanos -8 millones 112 mil 505 habitantes, según el último censo del Inegi en 2015-  podrían ser el bumerang que lo acabe relevando del Palacio de Gobierno para finales de 2020.

La cirugía mayor nunca llegó. Veracruz se asemeja como el Titanic. El capitán y su aviesa tripulación están obnubilados. En otras palabras, la casta divina que integra la privilegiada clase política morenista vive la jauja del Veracruzlandia. Pero.

El Veracruz de carne y hueso, que integra las clases mayoritarias, los marginados, los oprimidos, los desposeídos, el lumpen social, pues, viven la paranoia de la narcoviolencia y sus secuelas, pobreza extrema, falta de empleo, salud, vivienda, agua potable y proyectos sostenibles para crear una micro empresa.       

Simplemente la nueva clase política de la 4T en Veracruz se contagió del síndrome de Hybris: la borrachera del poder.

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