¿Tocamos fondo?

La Grilla en Tabasco.

Dramático cierre sexenal. Nunca creímos llegar a esto. Más allá de lo que digan los números fríos, con frecuencia engañosos, está la percepción popular que se basa no en suposiciones. Es real, en la medida en que se palpa, en que se sufre.

El porqué llegamos a este extremo no interesa. Cualquier explicación no sirve para justificar la realidad. ¡No se autoengañen!

Y por cierto que en el mundo, en la actualidad, el desarrollo ya no se mide mediante indicadores de ingreso per cápita, o estatus del Producto Interno Bruto, y mucho menos por reportes oficiales que refieren inversión en esto y aquello sin que se consideren los resultados, sino a través de lo que se denomina: sensación de bienestar.

¡Nuestra sensación es de malestar!

Este país es de marcados contrastes: aun con aguda desigualdad social e incidencia delictiva que no se puede minimizar, Guanajuato, Querétaro, Aguascalientes, entre otros estados, registran crecimiento de empleo, oportunidades de mejoramiento personal y colectivo, y un no tan alto rechazo en contra de sus autoridades.

Tabasco, desgraciadamente, al cabo de seis años después del granierato -hay quien hoy se compadece del saqueador y lo pone como víctima; tanto a él, como a sus compinches- no estamos igual sino peor, en muchísimos aspectos.

Las buenas intenciones de un inicio, así como declaraciones como esa de que “hay crisis pero no corrupción”, resultan incomprensibles, inadmisibles, intolerables incluso, para jefes de familia que sufren la pesadilla de ver cómo se les desmoronó su mundo: su ex empleo, su pequeño o mediano negocio, su situación de relativa seguridad, sus expectativas forjadas merced al esfuerzo personal y también de equipo.

Sí: tristemente, estamos peor que antes. Y queremos creer que ya habremos tocado fondo, porque las cosas no pueden empeorar más y tendremos Presidente de la República tabasqueño. Es nuestro sueño. Es lo que nos queda luego del colapso. Por eso es que arriba del 80 por ciento de los votantes lo prefirieron; a él y a sus demás candidatos.

Es lo que nos consuela luego del fracaso y de cara al acoso, a toda hora, de acreedores diversos e insolvencia insólita. ¿Cómo pudiere alguien creer que esos muchos cientos de miles de tabasqueños vamos a tragarnos el palabrerío vano?

Las cifras de gasto público, el recuento de acciones, se extravían en la realidad. Todo esfuerzo de análisis objetivo se desvanece entonces.

Mucho se habla -ellos no se han quedado callados ni se resignarán a que no se les cumpla lo que conforme a derecho les pertenece- de los adeudos que el gobierno tiene con servidores públicos. Tampoco a muchos que no tienen dinero para pagar póliza de seguro médico o atención en clínicas u hospitales privados se les puede mentir.

Pero hay otros que se aguantan y conservan la esperanza de que así puedan lograr que se les pague aunque sea una parte de lo que se les adeuda, para así poder pagar, a su vez, a sus trabajadores, a sus propios proveedores, a sus acreedores. ¿A cuánto ascienden esos adeudos?

El ahorcamiento de una economía estatal que depende principalmente de la actividad gubernamental, ha conducido a Tabasco a una recesión sin precedentes, que en datos oficiales nos ubica en el otro extremo del alto crecimiento económico que registra el centro del país.

Por su parte, Enrique Peña Nieto ya se va… prácticamente, ya se fue. No nos ayudará. Nunca lo hizo. Aquí, cinco años, diez meses y once días se nos escaparon tan rápido como se esfumó la esperanza del cambio.

¡Qué lástima! ¡Qué aguante de nuestro pueblo! ¡Qué buena gente somos!

Twitter: @JOchoaVidal

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