Más estricta ley de “agentes extranjeros” para periodistas y blogueros en Rusia

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ayer durante la inauguración de una nueva línea de transporte en Moscú (ALEXEY DRUZHININ / AFP)

  • Tal calificación y las multas ahogan a las oenegés más veteranas en derechos humanos herederas de la disidencia soviética

GONZALO ARAGONÉS /

LA VANGUARDIA / MOSCÚ.-El viejo edificio de seis plantas, remozado de cemento para no caer bajo los planes de renovación de viviendas de Moscú, parece una metáfora de un grupo de sus inquilinos que en el primer piso se resisten a morir. “Están persiguiéndonos. Siempre ha habido algo de esto, como cuando nos señalaron como agentes extranjeros por recibir financiación de fuera. Pero ahora ha comenzado otra vez”, asegura a La Vanguardia el veterano activista Lev Ponomariov, de 78 años. El movimiento “Por los Derechos Humanos”, que él dirige, fue ilegalizado por los tribunales rusos a comienzos de noviembre. Además, este año las multas y sanciones no han dejado de caer contra esta y otras veteranas oenegés de Rusia, herederas del espíritu de la disidencia soviética.

Aprovechando la ley sobre “agentes extranjeros” de 2012 se ha denunciado ante los jueces a unas organizaciones que han puesto tradicionalmente en solfa los excesos de la autoridad. El motivo más habitual era que en alguna de sus publicaciones faltaba la etiqueta de “agente extranjero” con el que obligatoriamente deben identificarse. “A mí me han multado con cerca de dos millones de rublos” (28.000 euros), explica Ponomariov. “Es una locura. Propongo directamente ponernos una estrella amarilla en el pecho. Esto es una tendencia fascista”.

Rostro de Andréi Sájarov, en el antiguo muro de Berlín (.)

A Memorial, el grupo de derechos humanos que fundaron en 1989 un grupo de disidentes de la Unión Soviética, incluido el más famoso de ellos Andréi Sájarov, y conocido por registrar y hacer públicos los crímenes del estalinismo, le han caído unos cuatro millones en multas. Su presidente, Alexánder Cherkásov, responde con filosofía. Prefiere evitar la palabra persecución y dice que es “un problema que hay que intentar resolver, iremos reuniendo fondos”.

Pero Ponomariov insiste en que hay un plan, y señala la ampliación de la figura del “agente extranjero” que el pasado jueves, 21 de noviembre, aprobó la Duma. La Cámara Baja del parlamento ruso dio por buena una enmienda a la ley sobre medios de comunicación que permitirá incluir en la lista de agentes extranjeros a personas físicas, y no sólo a organizaciones o empresas, como hasta ahora.

La ley original de “agentes extranjeros” data de 2012, y entonces sólo apuntaba a oenegés que recibían financiación desde fuera de Rusia. Algunas organizaciones, como el veterano Grupo Helsinki-Moscú, fundado en 1976, renunciaron a ese dinero para no ser señalados con una etiqueta que aquí muchas veces es sinónimo de “espía”. Otras, como el movimiento de Ponomariov, aceptaron su suerte. En 2017 una reforma permitió ponerle la etiqueta a medios de comunicación foráneos que se difunden en territorio ruso. La nueva enmienda extiende esta medida a periodistas y blogueros independientes, y por extensión a cualquier persona que difunda información y reciba financiación del exterior.

Arrinconar a las entidades de mayor antigüedad

La presión de esta ley ha arrinconado a los veteranos activistas de derechos humanos. Hasta hace dos años el movimiento Por los Derechos Humanos de Ponomariov tenía su oficina en un piso del centro de Moscú. La prohibición no impide que él y los miembros de la organización sigan prestando ayuda a quien se lo pida. “Como se suele decir, el agua siempre encuentra una salida. Tal vez tendremos que buscar una nueva oficina, estaremos más estrechos, pero seguiremos trabajando con las víctimas de Rusia. Nos ayudan varias fundaciones desde el exterior”, asegura. El futuro sobre su movimiento comenzó a ennegrecerse hace un año, cuando él mismo fue condenado a un arresto administrativo de 25 días por convocar a una manifestación y cuando el grupo dejó de recibir la subvención estatal. Ese dinero era fundamental, ya que etiquetado como “agente extranjero” las fundaciones y empresas rusas se tientan mucho la ropa antes de implicarse con estas oenegés.

La subvención estatal también se ha acabado este año para el Grupo Helsinki-Moscú. El fallecimiento en marzo pasado de su histórica dirigente, Ludmila Alexéyeva, podría haberles dejado sin el favor del Kremlin, ya que tenía una buena relación con el presidente ruso, ha sugerido a la BBC uno de sus miembros, Viacheslav Bajmin, también disidente durante el comunismo.

Una antigua red secreta de refugios nucleares de la Guerra Fría yace varias metros bajo tierra en Moscú.Uno de ellos ha sido abierto al público. EFE/ Anush Janbabian (Anush Janbabian / EFE)

Desde el Consejo de Europa, su comisionada de Derechos Humanos Dunja Mijatovic pidió sin éxito que la Duma no sacase adelante esta ley. “Si se aprueba”, decía en un comunicado, “agravará la situación ya entorpecida por el marco legislativo sobre las oenegés que es incompatible con los estándares internacionales y europeos sobre derechos humanos”.

La oposición también ha criticado la nueva medida. El exdiputado Dimitri Gudkov escribe en su blog: “¡Despertad! Vienen a por nosotros. Las represiones no están allá lejos, sino aquí. Organización no deseada, agente extranjero, seguid la lista. Correcto: ¡enemigo del pueblo!” Por su parte, Andréi Necháev, ministro de economía a principios de los 90 y hoy líder de Iniciativa Ciudadana, ha calificado la ley de “absurda”, ya que “el ciudadano que figure en la lista de agentes extranjeros del Ministerio de Justicia está obligado a indicar en cualquier publicación que es un agente extranjero. Si escribes un tuit de 280 caracteres, deja sitio para anunciar que eres un agente extranjero”. Y desde el liberal Yábloko, Alexánder Kobrinski asegura que la enmienda contradice la Constitución de Rusia porque “limita el derecho de los ciudadanos a la información y su difusión”.

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