La encrucijada electoral

Joseph Robespierre. Foto: Ilustración.

El 6 de junio de 2021 México tendrá elecciones intermedias de diputados federales: 300 de mayoría relativa y 200 de representación federal. Además: elección de gobernadores en 15 entidades federativas; diputados locales de todo el país, excepto en Coahuila y Quintana Roo; ayuntamientos y alcaldías en 30 de los 32 estados de la república (excepto Durango e Hidalgo); finalmente, en cuatro entidades federativas se elegirán por separado: Juntas Municipales (Campeche), Sindicaturas (Chihuahua), Regidurías (Nayarit) y Presidencias de Comunidad (Tlaxcala).

Apenas el 23 de diciembre último iniciaron formalmente las precampañas.

En total, serán 21 mil 368 los cargos en disputa, lo que convierte este proceso en las elecciones más grandes en la historia de México, bajo dos premisas sustantivas:

Apoyo o castigo

  1. La elección significará una evaluación de la sociedad mexicana para que decida si apoya o castiga (a la mitad de su gobierno), a la administración que preside Andrés Manuel López Obrador desde el ´primero de diciembre de 2018.
  • En esta evaluación de apoyo o castigo a AMLO, será crucial la elección de los 300 diputados federales nominales y los 200 plurinominales. ¿Por qué? Porque serán los integrantes de la próxima legislatura (LXV), los que revisen y aprueben, en última instancia, el Presupuesto de Egresos de la Federación para el año 2022, que propondrá el Poder Ejecutivo por medio de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Incluirá la distribución y los objetivos de los recursos públicos para el año siguiente. 
  • Asimismo, será concluyente la participación del Instituto Nacional Electoral 6 billones 295 mil 736.2 millones de pesos (mdp), que representa el 25.2% del Producto Interno Bruto (PIB).18 nov 2020urnas sea libre y secreto.

Lo anterior coloca en el centro de atención (y de tensión) el gasto público que controlará la fuerza política triunfadora en 2021 para el año siguiente (2022, año de consolidación para el proyecto personal de la llamada 4T): la que dirige y controla Andrés Manuel López Obrador (básicamente Morena, el Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista), o la coalición que integraron los partidos (de) Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática.

Debo señalar que, por motivos que comparto, Movimiento Ciudadano se mantuvo al margen de tan variopinta coalición. 

A partir del 1º. de enero de 2021, esos recursos manejados por AMLO y su estilo personal de administrar serán de 6 billones 295 mil 736.2 millones de pesos (mdp), equivalentes al 25.2% del Producto Interno Bruto (PIB), en datos del 18 de noviembre de 2020, es decir 0.8% más respecto del presupuesto aprobado para 2020.

También debo apuntar (no tengo la menor duda) que este fue el meollo del exabrupto de Andrés Manuel López Obrador en la conferencia mañanera en palacio nacional el jueves 24 de diciembre, publicado el 30 de noviembre anterior.

Sin recato, desde su investidura presidencial, AMLO aseguró que la coalición PAN-PRI-PRD pretende ganar la mayoría en la Cámara de Diputados para condicionar la aprobación del presupuesto y regresar a las partidas de moches.

La oposición, insistió, quiere quitarle el dinero del presupuesto a los pobres, para eso se están aliando.

En esta actitud de AMLO se asoma una constante de los gobiernos autoritarios: la descalificación de los adversarios. Pero no existe en ninguna parte la autocrítica, una reflexión mínima sobre por qué surgen aquí y allá opositores al gobierno. ¿Es que todo lo hecho por el omnímodo mandatario mexicano es un dechado de perfección? ¿Y el fracasado manejo de la pandemia de COVID-19? Hay recursos para Santa Lucía, Dos Bocas y el Tren Maya, pero no se previeron suficientes hospitales, respiradores, cubrebocas, camas, médicos y enfermeras para el rebrote.

Por su manifiesta vocación autocrática, AMLO es el principal responsable de lo que sus caprichos causen a los mexicanos. Allá MORENA y sus seguidores si deben pagar los falsos y débiles cimientos sobre los cuales levantó su obra el director. El montaje majadero de la rifa del avión presidencial. El “salgan, abrácense, no tengan miedo”, sólo se van a morir 120 mil. La aprobación “a mano alzada” de la construcción del tren maya en una de las reservas forestales más valiosas de México…

No tiene autoridad para descalificar a sus adversarios políticos por el sólo hecho de serlo. Tampoco es ético recurrir veladamente a la intimidación, al miedo y a la zozobra de una violencia creciente, impune y dosificada.

No se culpe a nadie de la suerte política del hoy presidente. Y cuidado: la amenaza a los adversarios desde el poder público, suele terminar en más abusos, en inmerecido dolor para los desprotegidos.

Hay que gobernar y gobernar bien. El respeto a la investidura presidencial se gana, no se decreta.

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