La Coherencia democrática a propósito de la pluralidad y la tolerancia

Crónicas Ausentes.

Lenin Torres Antonio

En el paso proceso electoral aposté por la el Voto Diferenciado, principalmente porque estoy convencido que toda mayoría tiende a enceguecer fundamentalmente porque no se entiende que se gobierna para todos, y que la incorporación de las diferencias enriquece la democracia y el sistema de partidos, hoy hecho añicos por la falta de coherencia democrática, por la distancia que se establece entre la teoría y la práctica, entre lo que se dice y se hace, y porque la política dejó de ser el lugar de común, el ágora de los acuerdos generales y la síntesis de la diversidad, y esencialmente, el acuerdo en base a lo razonable.

Al contrario, la política paradójicamente es el escenario donde ocurre esa contradicción humana, “cuando se junta la razón y el deseo llueve sobre mojado” (Fito Páez/Joaquín Sabina), imposibilitado el salto cuantitativo de la superación de los contrarios, en una síntesis que supere esa contradicción, y digo paradójico, porque debería ser la política la ciencia de la comunidad, de la pluralidad, del lazo social, de la inclusión del otro en el uno igual, la ciencia de la filogénesis, y del castigo racionalizado convertido en ley, en derecho, y que debería con todo esos supuestos teóricos, estar vacunada del “poder por el poder”, de los humores, de la exclusión, del pensamiento dogmático, de las mayoría ciegas y pusilánimes,  y esto no es así, y creo que nunca será así, por más que intentemos una y otra vez hacer ciencia del hombre en la práctica social si alimentar ésta práctica con la teoría y la teoría con la práctica, dejamos de ser inductivos, y nuestra capacidad intuitiva y deductiva se limitó a la geometría de los humores y el goce. .

De igual forma creo que si hay una cuarta transformación ahora si social, y que en el centro este la justicia social y la igualdad, y no las encubiertas pasadas revoluciones de las ilustres élites minoritaria enmascaradas con la masa y lo popular, esta cuando menos no provendrá de las masas populares, vendrá de nuestras Universidades públicas, de nuestras Instituciones educativas, ahora no desde el debate subjetivo de las ideologías, sino de la racionalidad moralizada por las buenas nuevas costumbres y una nueva gramática sobre el hombre que ésta en por escribirse en un tiempo por-venir.

Mucho se ha intentado prever el fracaso del nuevo gobierno de la república, algunos, la ex clase en el poder fracasada, con más deseos que razones, y otros, pensando, entre los que me incluyo, que si no hay antes que cualquier intentona de aplicar políticas públicas gubernamentales unilaterales, un proceso de conciliación sincera y un fortalecimiento democrática y del sistema de partidos, es probable su fracaso, y mis razones son simples, uno, porque creo la vida pública y política del mexicano dista de mucho de haber estado construida por auténticos demócratas, la ilustración se asumió siempre como un discurso; dos, porque el ejercicio del poder ha carecido de coherencia democrática, borrando siempre el del poder en turno toda historia pasada con la intentona de dejar la huella indeleble de su impronta individual transcendental narcisista; tres, porque el peso de los intereses geopolíticos demandan un frente común que se carece con las luchas propias y ajenas por el poder; y cuatro, porque todavía sufrimos una terrible confusión de nuestra identidad como mexicanos, seguimos debatiéndonos entre nuestro pasado prehispánico y nuestro mestizaje de revolturas consanguíneas que nos han dejan en una orfandad cultural indefinida e imprecisa.

De esas razones me gustaría escribirles de la coherencia democrática, es decir, de la conexión necesaria que debe establece entre lo que se predica y se hace, y si democracia implica el gobierno de todos, esto implica la pluralidad, la conciliación, y el acuerdo en lo asuntos generales que afectan a nuestros pueblos; y si bien es cierto, le corresponde al que gobierna en turno, en éste caso a AMLO, hacer los gestos y los instrumentos ciudadanos y políticos para la incorporación de las opiniones de todos los sectores de la sociedad mexicana, también le corresponde a esos sectores el acercamiento y la disposición al trabajo solidario, y el reconocimiento del lugar común donde todos debemos participar, sin esta reconciliación instrumental para el fortalecimiento de la democracia y la pluralidad es imposible resolver los graves problemas que vive la sociedad mexicana, la violencia y la pobreza, y más cuando el actuar de la oposición ha sido la maldición y el acecho en una espera maliciosa de esperar el error del otro para lanzarse al abordaje al poder, y de AMLO, la irresponsable y soberbia actitud de mirar a los otros como si no existieran, y apostar a su intuición mesiánica, y excluir como pueblo a los otros, los perdedores; además de pensar que el fuego nuevo incluye la anulación de todo lo pasado como si no hubiera historia que contar más la que escribirá en un tiempo posterior, y eso es gravísimo, lo nuevo debe incluir las cosas buenas del pasado, y las hay.

Escribí en unos de mis textos que “Vive pues México tiempos de cambios, de dejar las viejas usanzas de comportamientos delincuenciales y perversos en la vida pública, de enfrentar el reto de construir un nuevo país, una consciencia comunitaria que ponga en el centro la dignidad de la persona y el bienestar social, y recordar lo que nos decía José Vasconcelos, “la campaña que nos proponemos emprender es más importante que muchas guerras; por lo mismos esperamos que nuestros compatriotas sabrán responder al llamado urgente del país que necesita que lo eduquen para poder salvarse” (Vasconcelos, discurso al tomar posesión de la rectoría de la Universidad Nacional).”

Y este exhorto vasconcelista es urgente, pues tienen que ver con la conciencia comunitaria, retomar la cultura política humanística que nos hace a todos iguales e indispensables para la viabilidad de la especie humana, con la condición de que si y sólo si construimos a humanos para vivir en la ciudad, juntos unos a lado de otros, siempre pensando que es posible ser iguales desde la diferencia, sin que tengamos que desfigurar nuestros rostros, y mendigar dignidad.

Hay pues tres vías para la certeza de futuro en los tiempos actuales, uno, la coherencia democrática, dos, una verdadera conciliación nacional plural y ciudadana, para atajar la indiferencia, el individualismo y la corrupción que han afectados radicalmente el progreso de nuestra sociedad, atravesados por un eje que es la Educación (tres) como principal instrumento de las políticas públicas y del discurso político, si tanto México y Veracruz quieren progresar y pacificarse.

No hay que olvidar que una sociedad en guerra jamás avanza, y hay varias clases de guerras, y a veces de los humores y de las pasiones son más dañinas que las bélicas.

En suma, es pues la Educación el instrumento de esos cambios tan ansiados en los tiempos actuales, ¡a por ello!

Noviembre de 2018

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