Gravar a las élites millonarias para que la carga por Covid-19 no recaiga en los más pobres

Los jeques árabes se distinguen por navegar en la opulencia y la frivolidad. Foto: Internet.

  • Un impuesto mínimo global a empresas de 25%, fiscalizar las ganancias de las grandes tecnológicas y combatir la evasión en paraísos fiscales son parte de las propuestas de la organización internacional de expertos ICRICT ante el aumento de la pobreza y la desigualdad por la pandemia.

AN / WASHINGTON.- Para evitar que la carga económica de la crisis provocada por el coronavirus recaiga desproporcionadamente sobre la población más desprotegida y acentúe la desigualdad en el mundo es necesario un acuerdo internacional para fijar un impuesto empresarial mínimo global de 25%, propone la Comisión Independiente para la Reforma de la Tributación Corporativa Internacional (ICRICT, por sus siglas en inglés).

En su informe “La pandemia mundial, recuperación económica sostenible y fiscalidad internacional”, la Comisión señala que rebajar los impuestos a las compañías bajo el argumento de “estimular la inversión en la fase de recuperación” no será una opción económicamente efectiva ni socialmente adecuada.

Por el contrario, señala, se debe reforzar la recaudación sobre los beneficios de las compañías con base en un modelo de cooperación internacional que detenga la erosión de las bases impositivas y evite que los beneficios se desplacen a paraísos fiscales.

“La crisis global del COVID-19 ha disparado el gasto público para apoyar la respuesta sanitaria, proteger el empleo y acompañar a las familias de menos ingresos, pero la carga económica no debe recaer desproporcionadamente sobre quienes menos tienen”, indica el informe, según el cual la pobreza y la desigualdad aumentarán con la pandemia.

Forman parte de la ICRICT prominentes economistas como Joseph E. Stiglitz -Premio Nobel de Economía-, Thomas Piketty y Jayati Ghosh. Los expertos participan este lunes en la presentación del informe, junto con el presidente del organismo, José Antonio Ocampo.

Hasta ahora se han gastado unos 9 billones de dólares de dinero público para limitar el impacto humano y económico de la pandemia COVID-19, y según el FMI los grandes déficits fiscales resultantes harán que la relación entre la deuda y el PIB aumente en 20 o hasta 30% en las economías avanzadas y en 10% en los países en desarrollo en sólo un año.

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Los gobiernos emitieron más deuda que nunca, los préstamos a través de bonos y préstamos alcanzaron un máximo histórico de 2,6 billones de dólares en abril”, dice el reporte.

Agrega que, ante este deterioro de las finanzas públicas, en lugar de recortes al gasto público se deben convertir los impuestos empresariales en una tributación progresiva para proteger a las pequeñas y medianas empresas, así como gravar la riqueza de manera más efectiva, especialmente la enviada a sitios offshore o paraísos fiscales.

Mientras la economía se hunde por el impacto paralizante del coronavirus, la evasión de impuestos deja a los gobiernos con menos recursos para cumplir con las prioridades críticas a raíz de la pandemia. Se estima que en el mundo se desvía a paraísos fiscales 40% de los activos en el extranjero de las compañías, según el comisionado del ICRICT Gabriel Zucman, en tanto que el Departamento de Asuntos Fiscales del Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula que las pérdidas totales de impuesto empresariales asociadas a esta desviación de beneficios ascienden a más de 500 mil millones de dólares anuales, de los que 400 mil millones de dólares se relacionan con los países miembros de la OCDE y alrededor de 200 mil millones de dólares con países en desarrollo.

Tan sólo las multinacionales estadounidenses hacen que la Unión Europea pierda casi 25 mil millones de euros en impuestos empresariales cada año, dice el reporte, y añade que esta actividad financiera ilícita ha aumentado y se espera que siga aumentando durante la crisis de COVID-19, siendo los países en desarrollo los que más sufrirán este fenómeno.

La pandemia ha sido también un periodo de florecimiento para los negocios de los gigantes de la tecnología, como en el caso del fundador y director general de Amazon, Jeff Bezos, que ha visto su patrimonio neto crecer 30.6% en los últimos dos meses, elevándolo a 147 mil 600 millones de dólares, en tanto que su fortuna y la de Mark Zuckerberg, el creador de Facebook, crecieron en conjunto casi 60 mil millones de dólares, o 14% de un total de 434 mil millones de dólares.

En 2019 los multimillonarios del mundo, un grupo de 2 mil 153 personas, tenían más riqueza que los 4 mil 600 millones de personas más pobres juntos, señala Oxfam, una brecha que se hará más grande con la pandemia, que amenaza con empujar a 500 millones de personas más a la pobreza.

Los trabajadores perderán hasta 3,4 billones de dólares en ingresos en esta crisis y más de mil millones de trabajadores corren un alto riesgo de desempleo, estima Oxfam, sobre todo aquellos de trabajos mal pagados, para los cuales la pérdida repentina de ingresos es devastadora.

El desarrollo humano global, medido como la combinación de la educación, la salud y los niveles de vida, podría disminuir este año por primera vez desde que se introdujo el concepto en 1990, advierte el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Son cinco las medidas que los gobiernos pueden adoptar para poner coto a la evasión y elusión fiscal, acabar con los paraísos fiscales y frenar la “carrera hacia abajo” en la tributación empresarial, de acuerdo con el ICRICT, que busca promover el debate sobre la reforma de la tributación corporativa internacional.

  • Poner impuestos a los servicios digitales, diseñados con carácter progresivo y que se apliquen sobre las rentas económicas generadas por las empresas globalizadas de este sector;
  • Aplicar una tasa impositiva más elevada sobre los beneficios extraordinarios de las grandes empresas en los sectores controlados por oligopolios;
  • Acordar a escala global una tasa mínima de 25% en el impuesto empresarial en cada país para detener la erosión de las bases imponibles y el desplazamiento de beneficios;
  • Exigir más transparencia a las empresas que reciban apoyo público y que estén obligadas a publicar su reporte país por país (con los principales datos financieros y tributarios en cada territorio en el que operan); y
  • Publicar datos sobre la riqueza offshore para que cada jurisdicción pueda gravar de forma efectiva y progresiva el patrimonio neto de sus residentes, con un mayor control de los tipos reales que paguen las grandes fortunas y los contribuyentes de altas rentas.

A menos impuestos a las empresas, más desigualdad

Los ingresos fiscales mundiales podían caer mucho más que en la crisis financiera entre 2007 y 2009, cuando se redujeron 11.5%, sumado al hecho de que, desde el año 2000, las tasas impositivas promedio, incluidas las que gravan a las empresas, han disminuido en los países miembros de la OCDE y en la mayoría de las jurisdicciones, cita el reporte del ICRICT.

Añade que estos recortes de los impuestos empresariales aumentan la desigualdad de ingresos, como ilustra un estudio en Estados Unidos según el cual una baja de 0.5% en esos impuestos se tradujo, entre 1990 y 2010, en un aumento de alrededor de 7.8% en los ingresos de las personas con mayores ingresos.

Los países en desarrollo apenas recaudan impuestos que equivalen a entre 10% y 20% del PIB, en comparación con el 40% de una economía avanzada típica, y aun así dependen en mayor medida de los impuestos empresariales como fuente de ingresos del gobierno: en América Latina y África ese impuesto representa 15% del total de los ingresos fiscales, en comparación con 9% en los países de la OCDE.

Según el informe ´Tiempo para el cuidado´ de Oxfam, imponer un gravamen adicional de 0.5% a la riqueza del 1% más rico del mundo en los próximos 10 años equivale a las inversiones necesarias para crear 117 millones de puestos de trabajo en la educación, la salud y el cuidado de los ancianos y otros sectores.

Efectos devastadores

La severidad de la crisis ya se manifiesta en graves contracciones del PIB y comercio mundial, caída en el consumo y la inversión privados, el despegue del desempleo y las enormes pérdidas de ingresos que sufren trabajadores informales en todo el mundo, señala el informe.

El FMI estima que el crecimiento mundial se reducirá en 4.2% este año, una diferencia de 7 puntos porcentuales respecto de las proyecciones previas al estallido de la crisis, mientras que el volumen del comercio mundial podría caer 32%, según el escenario pesimista de la Organización Mundial de Comercio, o en el mejor de los casos 9%, según el FMI.

En América Latina, la pandemia podría producir una caída del PIB de 5.3%, la mayor contracción de la historia de la región, mientras que en Asia el crecimiento podría ser de 0%, el peor resultado de en casi 60 años.

El reporte indica que la mayoría de los países en desarrollo se enfrenta a una combinación de rápidas disminuciones de los ingresos por exportación y por turismo, al tiempo que las corrientes de capital se desvían hacia las economías avanzadas: en los dos primeros meses de la crisis, las salidas de cartera de los mercados emergentes se estimaron en 100 mil millones de dólares, y las remesas mundiales disminuyen drásticamente, en alrededor de 20%, debido a la crisis, indica el Banco Mundial.

El reporte del ICRICT destaca la necesidad de una fiscalidad efectiva de la riqueza, especialmente de la riqueza offshore, cita un informe reciente de la Americans for Tax Fairness y el Programa para la Desigualdad del Instituto de Estudios Políticos, según el cual el valor neto de la riqueza total de los más de 600 multimillonarios estadounidenses aumentó 434 mil millones de dólares o 15% en plena pandemia, entre el 18 de marzo y el 19 de mayo, según un análisis del grupo de los datos de Forbes.

Argentina, que según el FMI ha gastado alrededor de 3.5% de su PIB en la respuesta al coronavirus, está considerando aumentar los impuestos a las personas de altos ingresos, y lo mismo hace Perú, concluye el reporte.

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