Las batallas de la mujer

Yo le duro lo que usted me cuide, yo le hablo

como usted me trate y le creo lo que usted

me demuestre. Frida Kahlo.

Luis Gutiérrez R.

Resulta una paradoja ingrata que las mujeres sean mayoría en un México de arraigadas tradiciones machistas, acentuadas por la inequidad, la pobreza y la violencia.

Académicos e investigadores del prestigio de Lourdes Orozco Hernández, David Moctezuma Navarro y José Narro Robles, así lo concluyeron en el número 220 (enero-abril de 2014)) de la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, de la Universidad Nacional Autónoma de México, en un revelador artículo titulado: La mujer en México: inequidad, pobreza y violencia.

Lo lamentable es que, desde la fecha en que se publicó ese artículo, hace ya más de seis años y medio, el panorama para las mujeres, de suyo grave, ha empeorado. A los asesinatos, los secuestros, las violaciones y el maltrato doméstico, se suman la desigualdad, la discriminación y una misoginia soterrada en la cúpula del sector público, cuyas fobias penetran silenciosamente en la sociedad.

Y más lamentable resulta que, en los hechos, esta realidad se encuentre estrechamente vinculada a nuestro desarrollo y a nuestra cultura democrática.

En este contexto, nadie en su sano juicio podría negar los importantes avances y la creciente participación de las mujeres en la vida política, social, cultural y económica de México.

Hay que señalar, sin embargo, que la crisis económica y de desempleo que está dejando la pandemia de Covid-19, ha significado un duro golpe para todos los sectores productivos del país, pero particularmente para las mujeres. A lo anterior se deben añadir los yerros en la conducción de la economía del país y sus consecuencias. Durante dos años, por ejemplo, se mantuvo una rijosidad pretendidamente ideológica con el sector empresarial, rijosidad que en algunos casos llevó a la confrontación y al distanciamiento.

Estamos muy lejos de alcanzar una genuina igualdad de género. La inequidad, la falta de oportunidades, la violencia, la ignorancia, la pobreza y las muertes evitables, siguen siendo referencias inadmisibles.

Recientemente, la Organización de las Naciones Unidas hizo un llamado de alerta a causa del confinamiento derivado de la pandemia de Covid-19. Tan solo en México, los registros de violencia contra la mujer en el hogar amentaron 60% y crecen “a pasos agigantados”. De enero a junio del año en curso, se registraron 489 feminicidios en el país, lo que representa un aumento de 9.2% sobre los feminicidios registrados en los primeros seis meses de 2019, en datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

El 63% de los asesinatos de mujeres fueron cometidos por el crimen organizado. Tan solo entre el 16 de marzo y el 30 de abril se contabilizaron 405 casos.

MÉXICO, UN EPICENTRO

Llama la atención el hecho de que si bien las medidas de confinamiento adoptadas en algunos países para evitar la propagación de COVID-19, han propiciado la disminución de violencia y homicidios en algunos países, la violencia contra la mujer empeoró en toda la región.

México es hoy uno de los epicentros de la violencia de género. Numerosas y frecuentes han sido las críticas contra el gobierno de Andrés Manuel López Obrador por el incremento de feminicidios. Este problema ha recrudecido las frecuentes (y aun violentas) manifestaciones públicas de protesta, organizadas por mujeres en diferentes partes del país. Un caso reciente mereció el repudio social: la policía municipal de Cancún, Quintana Roo, disparó armas de fuego para “disolver” una protesta por el feminicidio de la joven Bianca Alejandrina Lorenzana Alvarado, de 20 años de edad. La joven desapareció el sábado 7 y su cadáver fue hallado al día siguiente en el fraccionamiento Vista Real. La reportera Cecilia Solís y el fotógrafo Roberto Becerril resultaron heridos por balas cuando cubrían la manifestación de protesta en la explanada del palacio municipal.

María Salguero Bañuelos, geofísica y creadora del Mapa Nacional de los Feminicidios en México, dijo en entrevista para InSight Crime (“Crimen a la vista”), que su fuente de datos para ese trabajo fue la información publicada en la prensa, “la única base de datos abierta, de violencia en México”. Confió Salguero: “Los medios de nota roja te dicen quién, cómo y cuándo fue el asesinato…” Lo cual podría explicar el elevado índice de homicidios de periodistas en muchas partes de la república.

Dicho sea, y no de paso. Este es un rubro en el que Veracruz ya tiene preseas.

Salguero encontró que el 63% de los feminicidios mencionados en informes de prensa están relacionados con la delincuencia organizada. Pero los datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNPS), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y de las estadísticas oficiales, no dan detalles sobre los agresores.

Lo que es evidente es que lucha por los derechos de las mujeres vive un momento histórico. Avanza con fuerza, con ira explicable ante la desidia, cuando no el inaudito desdén del gobierno.

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