Inquina de Obrador contagia a Cuitláhuac

La aberración. Desde que implantó la austeridad republicana el filósofo de Macuspana, la simulación, el doble lenguaje,  la tramoya y el lodo son el discurso habitual de la clase política morenista que actúa con abierta hipocresía.

Obrador acabó con los fondos de los fideicomisos que existían para sofocar contingencias en el país -económicas o naturales-, para gastarlos en sus megaproyectos populistas que han triplicado su costo.

No le importa al mesías tropical que el país se hunda en materia de investigación científica, médica, educación, salud y seguridad, etcétera. ¿Cuántos muertos más tiene que poner  la maltrecha sociedad civil para restaurar el imperio de la ley y la paz social?   

Con el pretexto de que los dineros públicos de los fideicomisos se desviaban a los bolsillos de los servidores públicos, Obrador -el torquemada de Palacio Nacional- los sumó a la ‘licuadora’ oficial para manejarlos a su libre albedrio sin transparencia y rendición de cuentas. Al estilo Javier Duarte, el tabasqueño tiene su ‘licuadora’.

El país se quedó sin fondos de contingencia de los fideicomisos porque la mayoría fueron extinguidos por el gobierno obradorista, con la excepción del fondo que recauda la Secretaría de Hacienda de los excedentes de la venta del petróleo y de la paridad del peso mexicano por el Banxico.

México cayó en el tobogán social, económico y político por la implantación de un gobierno de corte autócrata de facto, donde las libertades son condicionadas por el chantaje y la cooptación del tirano de Palacio Nacional.

Es inaceptable e inadmisible que el político tabasqueño, quien degradó al país en bananero con toda la manga ancha de los partidos de oposición, sea juez y parte en las conferencias de las ‘mañaneras’ donde lanza todos los días la estulticia y sevicia de su ronco pecho.

Una cosa es que sea el Jefe del Poder Ejecutivo y otra que actúe como líder de Morena ante vacíos legales de la Carta Magna y omisiones del INE para ponerlo en su lugar. Como líder moral de su partido no le da derecho a enlodar a los sectores que no votaron por él. Los ciudadanos merecen todo el respeto del presidente.  

Hay una clara ambivalencia del poder público que Obrador violenta, incluyendo a la propia Carta Magna. Se pasa por el arco del triunfo sistemáticamente la autonomía y soberanía de los poderes Legislativo y Judicial, como si fuera una dictadura o una monarquía.

Su modus operandi ya contagió a los gobernadores de Morena. Su pupilo Cuitláhuac García Jiménez, quien mantiene una baja audiencia en Palacio Nacional y oculta su agenda del día como si fuera un secreto, desdeña y actúa en forma rijosa y desdora al imaginario colectivo.

Como si fuera titular del Poder Judicial ha extendido un manto de impunidad con los servidores públicos del Poder Ejecutivo por ‘acoso sexual’, que viene ocurriendo al principio de su malogrado sexenio.

Sin aguardar que termine la investigación de los casos que se ha presentado recurrentemente en la Sefiplan, cobijado por su primo hermano Eleazar Guerrero Pérez -el modosito oligarca del nepotismo-, en la Ayudantía del gobernador, Salud, Gobierno y en el IPAX, Cuitláhuac ha desmentido olímpicamente a las víctimas de ‘acoso sexual’.

Y de colofón, la fiscalía general del Estado montó una cortina de humo contra las denuncias por abuso sexual del delegado de la Secretaría de Bienestar, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, contra Martha ‘X’, con fecha del 19 de septiembre de 2019 bajo la carpeta 254/20. ‘Carpetazo’ en ciernes.      

En lugar de actuar con energía y condolerse con las empleadas agredidas en diferentes dependencias del gobierno estatal, García Jiménez extiende una patente de inmunidad para que los servidores públicos violenten los derechos básicos de las mujeres  trabajadoras al servicio del Poder Ejecutivo. ¡Menos mal que no son iguales que sus antecesores!

Autor: Gaudencio García Rivera

Comentarios a gau41@hotmail.com

@12hrsver               

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