Ellos y nosotros

Tres acontecimientos provocan este posicionamiento sobre las reglas básicas del sistema político. Los protagonistas fueron Morena, los candidatos independientes y las redes sociales.

En un curso de la asociación “para leer con libertad”, Paco Ignacio Taibo II señaló a Alfonso Romo –responsable de la estrategia y enlace con empresarios, gobiernos y sociedad civil– por haber asegurado que el gobierno de Morena no afectará las “concesiones para la industria petrolera de las trasnacionales”. Le recordó, en actitud retadora, que “en el último Congreso y los tres últimos Consejos Nacionales de Morena, se ratificó […] echar abajo la reforma energética”. Añadió entre aplausos, “ni un pinche paso atrás”.

El debate nunca despegó. Paco Ignacio no lo promovió en sus redes y refrendó su apoyo al candidato presidencial; Romo calló y Andrés Manuel López Obrador precisó, en un breve video, que su gobierno rescatará el “petróleo y la industria eléctrica […] en el marco de la legalidad […] y sin cometer ninguna arbitrariedad”, también prometió revisar las concesiones. Más adelante regresaré sobre una pregunta fundamental: ¿será Morena una herramienta para el cambio?

Después, el escenario se llenó con las candidaturas independientes a la presidencia. Estoy entre los que tienen una pésima opinión de la mayoría de los integrantes del Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE). Su falta de compromiso con la limpieza y confiabilidad de las elecciones y sus favoritismos hacia partidos los han convertido en un peligro para México. Cuando la semana pasada frenaron a dos consumados tramposos, el Jaguar y el Bronco, fue tal mi asombro, que cometí el error de felicitar al INE sin reflexionar demasiado.

Empecé a recibir críticas en las redes de quienes me recordaban que Margarita Zavala también había hecho trampas. Según el INE más de 700 mil de sus firmas fueron irregulares y corren versiones de que si pasó la aduana fue por los típicos acuerdos cupulares (ver en particular a Roberto Rock en El Universal). Repensé el tema y me di cuenta de que los tramposos tal vez queden sin sanción. Quienes violaron la ley deben ser castigados y eso incluye a Margarita.

La discusión en redes derivó hacia un tema central: la ética en la política mexicana ¿tiene un mínimo indispensable? Casi todos los políticos mexicanos dejan hacer. Ellos y sus partidos están habituados a coexistir siempre con corruptos y a someter los principios a la búsqueda pragmática del poder. La elasticidad de la tolerancia depende de la magnitud del cargo y del presupuesto.

López Obrador es un caso especial porque es tan indudable su honestidad personal como su capacidad para coexistir con corruptos. Entiendo que en México pareciera imposible evadirlos, pero en esta campaña es notable la dejadez de Morena y su líder; se están llenando de mugre. En privado lo reconocen, pero luego reviran que si se compara a López Obrador y Morena con los otros candidatos y coaliciones, salen mejor librados.

El zipizape entre Taibo y Romo deja una duda fundamental: si López Obrador gana los comicios, la coalición que está armando y los compromisos que está adquiriendo ¿impulsarán las reformas que muchos añoramos o reeditarán las excusas, silencios y olvidos?

La exigencia de legalidad expresada en redes sociales es representativa de aquel sector de la sociedad insatisfecho con la tolerancia de los gobernantes a la corrupción. Estoy entre los convencidos de la importancia de insertarle principios éticos a las normas que regulan la disputa y el ejercicio del poder. También sé que somos una franja con poquísima representatividad.

No todos los candidatos independientes son iguales. Hubo algunos que se distinguieron por la limpieza con la cual obtuvieron las firmas. Marichuy puso el ejemplo, pero no obtuvo las firmas para ser candidata a la presidencia. Pedro Kumamoto y Manuel Clouthier sí buscarán una curul en el Senado y el grupo de jóvenes que, encabezados por Carlos Brito, competirán por el municipio de Jojutla en Morelos.

Ellos, los de siempre, quieren hacernos creer que las reglas básicas del sistema son tan inamovibles como su perpetuación en el cargo. Si les creemos, todo seguirá igual. Nosotros, los inconformes con esas reglas, tenemos que combatir ese derrotismo. No será fácil, pero tampoco imposible.

Twitter: @sergioaguayo
Colaboró Mónica Gabriela Maldonado Díaz.

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