Veracruz, el infierno electoral
La crisis del estado de derecho en Veracruz es grave ante la complacencia de la Secretaría de Gobernación y pasividad del profeta imperial de Palacio Nacional. Veracruz tiene rato que está en llamas, como una estampa Rulfiana —El llano en Llamas, de Juan Rulfo, publicado el 1 de septiembre de 1953—, la injusticia social, la corrupción, el nepotismo, el cuatachismo y el tráfico de influencias son el pan de cada día de la maltrecha sociedad civil. Arrepentidos, sí, por haber votado por el cambio partidista en Veracruz y el país; el cambio fue y ha sido para la avaricia y desdoro de la “nueva clase política” de Morena, el partido gobernante, en contra de los ‘caídos’ y de los ciudadanos de a pie. Veracruz estaba y está herido de la hidra de corrupción y de la partidización del estado de derecho que heredaron los gobiernos priistas de Miguel Alemán Velasco, Fidel Herrera Beltrán, Javier Duarte y del panista Miguel Ángel Yunes Linares —La justicia denegada, del investigador Alberto J. Olvera, publicado en agosto de 2018—, el cambio agudizó el intríngulis político.
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