Larga espera como forma de perder la vida

Como en muchas otras ciudades de Veracruz y del país, en la orgullosa capital del estado, en la “Atenas veracruzana”, en la ciudad de las flores, una forma de expirar incrementa su frecuencia y su presencia. Esta forma de perder la vida no es, la noticiosa y condenable pérdida de existencia ocasionada por el mundo del crimen y del hampa organizada; y tampoco lo es, la lamentablemente ocasionada por los accidentes y lo imprevisto. Ambas, a fin de cuentas, existen y se caracterizan por el previsible quebranto de la vida, ocasionado por acciones, que ocasionan el desperdicio y pérdida del total del tiempo restante de existencia. No es el caso. A la que hoy me refiero, es a otra forma de morir o perder parte de la existencia, a causa de la obligada o forzada situación de esperar, que a fin de cuentas hace consumir, dilapidar o desaprovechar, irremediablemente buena parte del tiempo disponible. Sí, hablemos de las obligadas esperas, que a fin de cuentas consumen vida y que se refieren a la necesidad de contar con una adecuada y suficiente capacidad de movilidad urbana. ¿Cómo se le puede llamar a los cada vez más frecuentes y prolongados embotellamientos, inmovilizaciones, atolladeros, obstrucciones en las vías públicas, a los cuales destinamos decenas de minutos y hasta horas, diariamente?

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La Iglesia nuestra

La memoria histórica resguarda, innumerables ejemplos, de las múltiples formas en las que las sociedades han recibido y reciben la influencia, participación y dominación, de la Iglesia Católica. Más allá de los aspectos religiosos que le caracterizan y definen, hay que tener siempre presente las formas en las que esta formación religiosa, se relaciona con la población en su diario acontecer y en sus perspectivas de evolución. Esta importante y en sus momentos determinante institución, ha estado presente y actuante siempre, desde los orígenes, hasta las diferentes etapas de desarrollo de nuestro país. De ahí que no debe extrañar su contribución y participación, sobre todo en la actualidad, que es y será definida como época o periodo de consolidación y fortalecimiento de los derechos humanos; la evolución y presencia del estado y sus formas de gobierno; el desarrollo tecnológico y de alcances de la comunicación; la democratización y apertura institucional; y el crecimiento y avance de formas de participación ciudadana y social. Lo que hoy se pretende destacar, es esa indiscutible presencia e influencia, tanto en el desarrollo individual como social, sobre todo ante indiscutible crisis de credibilidad y confianza de gobernantes irresponsables, incapaces y oportunistas que solo aspiran y detentan el poder para su beneficio personal, familiar y de grupo; gobernantes y políticos de ocupación, que ante sus discursos, compromisos y obligaciones quedan callados, o niegan, distorsionan y ocultan los daños y perjuicios, que su presencia o ausencia ocasionan.

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