Se ha cerrado un capítulo más de los vaivenes de la vida en 2024. Ha sido un año intenso de claroscuros desde lo social hasta lo político. En lo general, de más claros que oscuros, dejando a un lado lo sinsabores, los tropiezos, los errores, los fracasos, las imperfecciones y, la más dolorosa, la partida de algún ser querido.
No todo o casi todo, ha sido de oscuridad en este mundo terrenal, siempre ha habido una luz al final del túnel de la crisis social, económica, política o de salud, de la que nadie está exento padecer.
Estos obstáculos, permiten reflexionar que la ácides que se nos presenta en la vida son para cincelar la piedra de la vida y corregir los errores que se comete en perjuicio de terceras personas. Rectificar, es de ser humanos.
El Año Viejo 2024, fue un recorrer de páginas y capítulos de actos desaventurados que fueron superados con voluntad y valentía. De los errores, el ser humano aprende para enfrentar nuestro propio destino, en un océano proceloso, agitado y turbulento.
Estamos con vida, eso es lo importante, que el Dios de los cristianos, de los islámicos, de los ortodoxos o de los budistas nos llevé a rectificar el camino para corregir el timón de la vida hacia nuevos horizontes de progreso y bienestar.