Urge un Pacto de Estado

Foto: Ilustración / YouTube

Hace más de tres meses, el 9 de septiembre de este año, seis ex secretarios de Salud con acreditada experiencia en el ramo, estudios universitarios y experiencia profesional de alto nivel en centros educativos de prestigio en México y el

extranjero, ofrecieron al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, por conducto del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, una contrapropuesta de estrategia con 14 recomendaciones para enfrentar la pandemia de COVID-19, en un plan nacional de ocho semanas.

Se trató de la médica cirujana Mercedes Juan López, y de los doctores en medicina Salomón Chertorivski Woldenberg, Julio Frenk Mora, José Ángel Córdova Villalobos, José Ramón Narro Robles y Guillermo Soberón Acevedo.

La preocupación de estos mexicanos profesionales de la salud era patente en esas fechas: tan solo en México, la pandemia había causado ya 69 mil muertes y 647 mil contagios. Seis por ciento de los enfermos (39 mil 994 pacientes), habían presentado síntomas en las últimas dos semanas.

La respuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador fue un arrogante silencio. Pero fue peor la insolencia y la falta de respeto del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell. Cuando los periodistas le pidieron su opinión sobre la propuesta de los ex funcionarios, respondió con sarcasmo (palabreja que tanto le gusta a López Obrador): que patentaran la fórmula mágica para combatir el COVID-19.

Hoy, a tres meses de aquel desplante de soberbia, la pandemia desatendida irresponsablemente suma alrededor de 115 mil muertes (siempre según números del gobierno). El uso ejemplar del cubrebocas resultó ofensivo para la investidura presidencial (de suyo maltrecha).

La “política económica” del presidente continúa aferrada al populismo más rancio: reparto de dinero y despensas a miles de compatriotas, cuando la urgencia clama a gritos por la creación de empleos; necesitarnos del síndrome de “lavandería” que ya empezaron a endilgarnos dentro y fuera del país; que el transitorio inquilino del palacio nacional se transforme en genuino estadista, a la altura de las necesidades de millones de compatriotas. Que su prioridad sea combatir la peor crisis de salud pública que ha sufrido México en décadas. Que haya suficientes camas, respiradores, hospitales. Que exija a su gabinete ideas, propuestas, esfuerzo y, sobre todo, eficiencia.

Y no solo eso: la “política económica” del gobierno que dirige Andrés Manuel López Obrador sigue aferrada a por lo menos tres mega inversiones multimillonarias: el aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas. Pero el creciente desempleo reclama acciones inmediatas

Que deje las bravuconadas con gobernadores que ejercen su derecho a disentir y a exigir trato justo para sus representados. Es inútil aparentar pena por la muerte del ex gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval Díaz, cuando la ineptitud o la perversión se habían encargado ya de borrar rastros del crimen.

Es un hecho que la violencia se ha enseñoreado en casi todo el territorio nacional. La ineptitud del gobierno y el incremento de la criminalidad van de la mano. El premio que recibió Alfonso Durazo como candidato a gobernar Sonora fue tan bueno como la orden de AMLO de dejar libre en Culiacán, en octubre del año pasado, a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo.

¿Otro diagnóstico desdeñado?

Tengo a la vista el resumen de las propuestas contenidas en el diagnóstico de 24 universitarios, coordinados por los maestros economistas Rolando Cordera Campos y Enrique Provencio Durazo, e invitados especiales, Con el título de “Cambiar el rumbo; el desarrollo tras la pandemia”, el grupo presentó en mayo último, con los auspicios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una serie de importantes trabajos sobre la emergencia sanitaria, económica y social, provocada por la epidemia del COVID-19.

Propone el equipo de investigadores universitarios que, al tiempo de atender la prioridad central de protección de la salud, debemos responder de inmediato “para amortiguar los impactos económicos y sociales a la vista”” Con una clara y solidaria advertencia: “No podemos subestimar o negar los riesgos que tenemos enfrente”. Señalan cuatro prioridades urgentes:

  • Proteger el empleo y el ingreso, sobre todo de los grupos más vulnerables.
  • Salvaguardar la planta productiva, con énfasis en las Pequeñas y Medianas Empresas (PyMES).
  • Mantener la continuidad de los servicios estratégicos, sean públicos, concesionados o privados en todos los órdenes, y
  • Apoyar más proyectos de inversión pública, privada y mixta para la recuperación y el apuntalamiento del crecimiento potencial.

Con una advertencia final, que mueve a preocupación dados los diagnósticos de los ex Secretarios de Salud desairados el pasado mes de septiembre: “El panorama es inédito y los escenarios son ominosos. Estamos obligados, sociedad y gobierno, a responder de común acuerdo con un verdadero Pacto de Estado, con medidas a la altura de la magnitud de este nuevo desafío”.

Lo menos que se puede desear es que, en esta ocasión, el omnímodo poder presidencial abra las ventanas del palacio nacional, permita que entre el aire fresco del talento, del conocimiento y de la cultura política … y no vuelva a desdeñar propuestas. Por el bien de México.

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