Un desplegado…

Con un desplegado, la sociedad organizada anunció su ingreso a la batalla por la autonomía de los organismos públicos. 
Unas 100 organizaciones de la sociedad civil (OSC) ejercieron, la semana pasada, su derecho a opinar sobre la selección del próximo presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). Hicieron tres peticiones al Senado: nombrar a una persona con “demostrada independencia e imparcialidad”, apegarse a la “transparencia, la participación ciudadana y la rendición de cuentas” y ser tomadas en cuenta. 

El desplegado se distingue por la mesura en el lenguaje y por la pluralidad y legitimidad de los firmantes. Las OSC históricas se codean con las de reciente aparición, las feministas con las apadrinadas por órdenes religiosas, quienes defienden la infancia con la diversidad sexual, los simpatizantes al lado de los detractores de la 4T. Su historial es un recordatorio de la participación ciudadana en la transición. Ahí están, presumiendo las cicatrices de mil derrotas y las medallas recogidas en el maratón inacabable por la dignidad del ser humano. Notable. 

Notable, porque en los últimos años, el movimiento se caracterizaba por una fragmentación causada por diferencias programáticas, egos alborotados y la confusión y polarización desencadenada por un presidente hostil a las OSC. Superaron sus diferencias en estilos y personalidades y reaccionaron a la gravedad de una emergencia humanitaria y a la importancia estratégica de una CNDH autónoma frente a quienes gobiernan. 

El desplegado es un reconocimiento a la gestión de Luis Raúl González Pérez como presidente de la CNDH. Él y su equipo han ido limpiando a la institución de las herencias y las cochambres dejadas por las presidencias de José Luis Soberanes (1999-2009) y Raúl Plascencia Villanueva (2009-2014). Durante esos 15 años simularon defender víctimas, mientras sólo servían de tapete y tapadera a los poderosos. En el último quinquenio, la CNDH se ha ido transformando en defensora de víctimas y en aliada estratégica de las OSC y la comunidad internacional. Todavía le falta. 

El próximo titular de la CNDH tomará posesión el 15 de noviembre. En la decisión, será determinante la opinión y operación del presidente, aun cuando la CNDH sea el único organismo público donde no tiene participación directa. Puede hacerlo a través del subsecretario de Gobernación Alejandro Encinas y del Senador Ricardo Monreal y es bien conocida su inquina a la CNDH de González Pérez y a las OSC. Afortunadamente, Encinas ha expresado públicamente su beneplácito con la institución y Monreal ha hecho declaraciones demostrando su comprensión en la importancia del fondo y la forma en la selección del nuevo Ombudsperson. 

Sería suicida para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador recurrir a los criterios de la cuota y la lealtad. La CNDH es muy atractiva por su presupuesto y por sus centenares de cargos (el alimento de clientelas). Su verdadera importancia está, en el papel que puede jugar en este país de víctimas en el desamparo. Sería ideal la reelección del actual titular de la CNDH. Nos ahorraríamos la curva de aprendizaje. En caso de ser otra persona, harían bien en atender las peticiones del centenar de OSC. Iría en el mejor interés de la 4T fortalecer la autonomía de la CNDH.

En otro plano, el desplegado podría ser el presagio de una movilización que altere el tablero sucesorio; sobre todo, porque también participarán otros grupos ciudadanos así como organismos internacionales comprometidos con el tema. Cuando las OSC legítimas se coaligan, tienen una fuerza enorme. Si el magisterio –tal vez la tribu más belicosa de la 4T- utilizó los bloqueos de la Cámara para presumir su poderío, las OSC auténticas tienen en sus manos las llaves de la legitimidad o el desprestigio de un régimen. 

Su participación en la batalla por la presidencia de la CNDH podría alterar las inevitables negociaciones cupulares. De la mayor relevancia sería que esta coalición trascendiera su objetivo inmediato y ocupara un lugar permanente en la arena política nacional. La tragedia humanitaria y el rediseño de la arquitectura institucional lo justifican. Las víctimas necesitan a quienes las acompañen y representen. Se les extrañaba. No se vayan. Quédense. 

@sergioaguayo
Colaboró: Mónica Gabriela Maldonado Díaz 
Sergio Aguayo
CRÓNICAS DE LA TRANSICIÓN

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.