Sumas y restas

Sergio Aguayo

Las mujeres ganaron el debate y la calle; perdieron el Presidente y la 4T. ¿Se reunirán el Presidente y su gabinete con los colectivos feministas, para consensuar políticas públicas adecuadas para la magnitud de la emergencia? 

Cuando prendió la iniciativa de marcha y paro, el presidente la descalificó como una conjura conservadora en su contra. Hubo voces de la 4T apoyándola, pero el grueso secundó las tesis del líder. Anunciaron un movimiento en contra que -para distinguirse- portaría pañuelos blancos. La hostilidad contra las feministas incrementó su legitimidad y cohesión y empezaron a recibir oleadas sucesivas de reconocimiento y respaldo. 

En los días previos a la marcha se observaron cambios en las reacciones de la 4T. Se olvidaron de las prendas blancas y los comentaristas afines optaron por hacer el vacío a la efervescencia y escribieron sobre otros asuntos y el Presidente bajó decibeles a sus descalificaciones. 

Tres días antes de la marcha, las mujeres del gabinete convocaron a una rueda de prensa. La presidió Olga Sánchez Cordero y se dedicaron a realzar la paridad de género en el gabinete y a enumerar lo que hicieron y harán a favor de las mujeres. En la versión estenográfica del evento, se advierte la determinación con la cual evitaron criticar a las feministas y al Presidente.  

Una periodista le preguntó a la Secretaria de Gobernación si ratificaba su dicho sobre las “falsas feministas subiéndose a la ola del movimiento”. Respondió ratificándolo. Le pidieron “nombres” y reaccionó con un enfático “no, no, no, aquí no hay nombres”. La defensa del presidente la hicieron con una tesis lanzada por la misma funcionaria: las mujeres “no están enojadas con el gobierno, están enojadas por las violencias”. 

El mensaje estaba condenado por el torpedeo de las mañaneras, donde los youtuberos de la primera fila se transformaron en turba pretoriana del Presidente. Uno de ellos le pidió que ordenara a la Unidad de Inteligencia Financiera investigar las fuentes de financiamiento del movimiento, otro, descalificó a la activista Frida Guerrera y “El pirata” expresó su esperanza de que le dieran un balazo a una periodista incómoda (Isabel González de Grupo Imagen). El Presidente reaccionó con sus parrafadas socarronas. 

El día de la marcha la “Coordinación 8M” en un documento, le reprochó al gobierno y al Presidente, subestimar sus demandas, improvisar decálogos, reducir los presupuestos para atender mujeres y un dilatado etcétera. Le exigieron “que nos escuche de una vez”. El jefe del ejecutivo no estaba en Palacio para escucharlas; andaba placeando por Zacatecas y en la mañanera del lunes nada dijo sobre un encuentro con los colectivos feministas. 

El Presidente quedó como un patriarca anquilosado, incapaz de entender los nuevos movimientos sociales. La 4T, por su parte, mostró la tara genética de la izquierda mexicana: su incapacidad para establecer una relación de autonomía y respeto con el líder carismático que va marcando el ritmo al cual tienen que mover los remos de la nao estatal. Como galeotes, pero con uniforme guinda. 

El jefe del Ejecutivo y su movimiento fueron incapaces de controlar la narrativa pública. Intentaron satanizarla y minimizarla. Fracasaron y entregaron la calle a unas feministas cuyo relato ha modificado, de forma irreversible, la agenda nacional. La mejoría en la condición de la mujer se ha convertido en una prioridad nacional.  

Una feminista de larga trayectoria, Patricia Mercado, sintetizaba el momento en entrevista para René Delgado de Grupo Reforma: “estas nuevas generaciones se habían tardado en llegar, veníamos preguntando ¿dónde están las mujeres jóvenes? Y bueno, ya llegaron, llegaron en los últimos dos, tres años con una participación muy fuerte, con mucha inteligencia”. 

En el futuro inmediato hay dos tareas. Los colectivos feministas deberían reflexionar sobre una frase-síntesis pronunciada, hace algunos años, por Marta Lamas, feminista histórica. El feminismo, dijo, debe saber transitar “de la protesta a la propuesta”. El Presidente y su gobierno deberían organizar una reunión de trabajo con ellas, pero encabezada por Olga Sánchez Cordero y Nadine Gasman, dos funcionarias conocedoras y sensibles ante el feminismo. Ante la magnitud de los problemas es momento para dejar de restar y empezar a sumar. 

@sergioaguayo
Colaboró: Zyanya Valeria Hernández Almaguer
CRÓNICAS DE LA TRANSICIÓN

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