Salud pública: el fracaso

López-Gatell de vacaciones con su prometida, la boliviana Rebeca Peralta Mariñelarena que labora en la SEP. (Foto: Twitter / @sinreservas620)

Luis Gutiérrez R.

La “catástrofe” anticipada por el “experto” que AMLO puso al frente de la batalla contra la pandemia por Corona-virus, Dr. Hugo López-Gatell Ramírez, se cumplió con creces: al 1º. de enero de 2021, los datos para México fueron más de un millón 437 mil casos acumulados confirmados y 126 mil 507 defunciones.

Todo ello anunciado como “nueva normalidad”, decretada (sin una definición precisa) a partir del 24 de mayo de 2020: a partir de esa fecha y hasta el 31 de diciembre de 2020, o sea el día 216 a partir de esa fecha, que hipotéticamente sería el retorno a las actividades económicas y sociales, pero no de la forma en la que estábamos acostumbrados.

La pandemia nos pilló social y económicamente a desprotegidos a millones de mexicanos, mientras rubros que rubros que el presidente López Obrador llama “estratégicos para el desarrollo”, como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía, continuaron con la protección presupuestal del jefe del Poder Ejecutivo, sectores claves en materia de inversión pública, salud, inseguridad ciudadana y empleo, entre otros, recibieron criminales recortes en el gasto público.

Sector salud paradigmático

Fue el caso del sector Salud, vitalmente estratégico para la sociedad, al que la presunta estrategia contra la corrupción, dejó con un evidente déficit de hospitales, personal médico y enfermeras, porque (por poner un ejemplo fresco) el gobierno de la mal llamada 4-T dispuso en 2020 que por cada 100 pesos que se invirtieran en infraestructura física pública, solamente tres pesos se destinarían al sector salud. Peor aún: es muy factible que ni siquiera se hayan ejercido totalmente esos recursos, si comparamos el subejercicio registrado en 2019 para al desarrollo de infraestructura y equipamiento de los servicios públicos de salud en 2019: no se gastó el 65% del presupuesto autorizado.

Como se advierte, “la nueva normalidad” en salud pública empezó con los recortes (moches, pues) al presupuesto para salud pública.

Esta falta de previsión y planeación, este enfermizo impulso “ahorrador” apodado “austeridad”, mezclado con decisiones caprichosas, pusieron en vilo a todos los mexicanos: faltaron médicos, enfermeras, hospitales, respiradores (en el caso de la pandemia por Covid-19), atención y servicios hospitalarios deficitarios por la pandemia de Covid-19 en centros de asistencia pública. Particularmente del Seguro Social o del ISSSTE.

En datos del sector, 1.5 millones de personas dejaron de ser atendidas en hospitales públicos del país por la pandemia. Hasta junio de 2020 hubo 320 mil hospitalizaciones menos en las unidades de salud pública, en comparación con el mismo periodo de 2019; las atenciones en urgencias se redujeron en un millón 293 mil.

Durante el primer semestre de 2020, al menos otro millón y medio de personas con distintos padecimientos (cáncer, hipertensión o diabetes), no tuvieron la debida atención hospitalaria y de urgencias, especialmente cuando arreció y creció la pandemia por coronavirus.

Datos de la Secretaría de Salud muestran que hasta junio de 2020 hubo 320 mil hospitalizaciones menos en las unidades de salud pública, comparadas con el mismo periodo de 2019; mientras que las atenciones en urgencias se redujeron en un millón 293 mil, según información preliminar.

Expertos y autoridades consultadas por la agencia noticiosa “Animal Político” señalaron, entre otros factores, el miedo al contagio de Covid-19 o problemas para recibir atención médica en hospitales exclusivamente dedicados al Coronavirus.  

Hubo, sin embargo, una decisión de fondo: probablemente asediado por la pandemia, el Consejo Nacional de Salud reconvirtió hospitales estatales en nosocomios exclusivos para contagiados por Covid-19. Así, se documentó que entre abril y julio de 2020 hubo 130 mil fallecimientos más que en ese mismo periodo de 2019. Aunque sólo la tercera parte tenían la confirmación de contagios no se conocían las causas del fallecimiento del resto.

Para tratar de identificar los factores que provocaron los decesos, Animal Político revisó las fuentes públicas de información de la Secretaría de Salud para detectar si existe diferencia en los registros de atención hospitalaria y de urgencias de 2019 con los de 2020. Con esos datos, Juan Pablo Díaz, experto en bioestadística de la Universidad de Toronto, y Alonso Santaella, experto en análisis de datos, hicieron cálculos matemáticos para determinar cuántos mexicanos no recibieron atención médica. El resultado es que aproximadamente el 90 por ciento un millón 591 mil personas no pudieron hospitalizarse o recibir una consulta en urgencias. En promedio, es decir, que en circunstancias normales 4 de cada 10 personas no se hubieran quedado sin atención médica.

Las deficiencias alcanzadas (y acumuladas) son abundantes. Se traducen en muchos casos de enfermos condenados a muerte por falta de atención médica. El excelente trabajo de investigación de Animal Político concluye que el exceso de mortalidad, la falta de diagnóstico y de atención hospitalaria, son el impacto mortal de la pandemia, pero también de una mala política de salud, explicó en entrevista Malaquías López-Cervantes, epidemiólogo y académico del departamento de Salud Pública de la UNAM. “Hacer la reconversión de los hospitales y dejar de atender gente no es efecto de la pandemia, es la falta de aptitud de la gente que tomó esas decisiones. Esa sí es una decisión”, concluyó.

Más allá de placenteros descansos en la playa o de relajados peloteos de béisbol.

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