Los «adversarios» de AMLO

Foto: Ilustración

Cada vez con mayor frecuencia, según venga y convenga al caso, Andrés Manuel López Obrador se queja de los críticos de su gobierno y los señala como los o nuestros adversarios. Ocasionalmente usa el posesivo “mis”.

Un caso reciente fue cuando en conferencia de prensa (lunes 22 de febrero último), acusó a la Auditoria Superior de la Federación (ASF) de estar “dando mala información a nuestros adversarios”. Concretamente: «Exageran, y no solo eso, están mal sus datos. Yo tengo otros datos. Y se va a informar aquí, y ojalá lo hagan ellos (antes), los de la Auditoría Superior de la Federación, porque le están dando mala información a nuestros adversarios, y yo creo que no deben de prestarse a esas campañas».

Pero el presidente se confunde. No se trata de “los adversarios” del pueblo de México sino de los adversarios personales de nuestro actual mandatario. A saber: Felipe Calderón, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Enrique Peña Nieto. Sobre ellos ha soltado AMLO carretadas de “escarnio”, pero sin castigo o acaso lo que es peor: sin mencionar pruebas.

Una y otra vez AMLO ha tratado de subir al cuadrilátero de sus rencillas personales, lo que debió ser hace más de 2 años el eje central de su trabajo como jefe gobierno:

1) Que no haya perdón presidencial ni manoseos lascivos para latrocinios de los ex presidentes; 2) Que no haya indulgencias presidenciales para parientes o amigos; 3) Que no amague ni amenace a ningún funcionario (como lo ha hecho muchas veces) que atrape los dedos presidenciales metidos en acciones indebidas (en el reciente caso de la Cuenta Pública de 2019 hay muchas cosas que aclarar y precisar, como el no dejar en tinieblas las bien remuneradas labores de los llamados “Siervos de la Nación”); 4) Que enriquezca sus acciones de gobierno con transparencia genuina, probada y comprobable, no con verborrea; 5) Que limpie datos y cifras las todavía nebulosas acciones del Aeropuerto de Texcoco y la Base Militar de Santa Lucía; nuestras fuerzas armadas merecen respeto, transparencia y limpieza; 6) Que no quede la menor duda sobre la utilidad pública que significó frenar el avance del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México; 7) Que despeje con claridad y honradez todo lo concerniente a la construcción del Tren Maya; 8) Que con pruebas científicas disipe las dudas y objeciones de la comunidad internacional especializada a la construcción de la refinería de Dos Bocas, en Tabasco; 9) Tratándose de la “investidura presidencial” que AMLO tantas veces ha invocado, el pueblo de México tiene derecho a saber si la evidente relación del jefe del Ejecutivo con parientes cercanos de “El Chapo” Joaquín Guzmán Loera (incluido el perdón que concedió a uno de sus hijos), contraviene o no la alta responsabilidad que conlleva ejercer la Presidencia de la República.

No desmerece en este espacio una pregunta adicional: si no hay castigo para tantas faltas señaladas públicamente por AMLO contra los expresidentes de México, ¿qué propósito persigue nuestro mandatario? ¿No tiene derecho a saberlo el pueblo? ¿No merecen respeto nuestros compatriotas?

Los auténticos, y hasta ahora invencibles e impunes, depredadores, azotadores e irrefrenables adversarios de México son otros:

  • Los que tienen ante sí, todos los días, millones de mexicanas y mexicanos, meros espectadores indefensos de los latrocinios (éstos sí), de una élite privilegiada que incluye a la alta burocracia gubernamental.
  • Para millones de mexicanas y mexicanos, la adversidad real está en la pobreza extrema en que la pandemia de Covid-19 ha dejado a 16 millones de compatriotas, según preocupante revelación de un estudio elaborado por expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
  • Considerando la peor situación, el volumen de pobres extremos por ingreso habría alcanzado en mayo de 2020 la cantidad de 38 millones de personas, esto es: 16 millones más que en febrero del mismo año (22 millones).
  • La hambruna en las regiones miserables del país.

La cifra anterior es más alta que la reportada en un estudio por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) el cual señaló que, con la crisis, hasta 10.7 millones de personas caerán en la pobreza extrema por ingresos en México.

Un informe del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED), de la UNAM, señala que se debió a factores como la pérdida de empleos y de los consiguientes ingresos, debido a las medidas de distanciamiento social, medidas que detuvieron a la economía.

A la luz de estas referencias, ¿quiénes son los “adversarios” de México? ¿Los que desde hace años trae arrastrando el actual presidente para sobrevivir políticamente, y que al parecer le impiden dar pie con bola en sus obligaciones constitucionales como jefe del Estado Mexicano y servidor público número uno?

Allí está el trabajo, en espera de que el presidente deje de fanfarronear (y nada más que eso), con Salinas, De la Madrid, Zedillo, Fox, Calderón, Peña Nieto.

Como una lápida, los hechos nos recuerdan: llevamos ya casi 180 mil muertos por una pandemia dura y cruel, sí, pero mal atendida: “Salgan, no tengan miedo”. La misma frase que se atrevió a pronunciar para pedirles a nuestros adultos mayores “que no tuvieran miedo” para salir a vacunarse.

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