La realidad se impone

La Grilla en Tabasco.

Pronto llegaremos a un final de año en el cual se profundiza cada día la polarización política, al punto de que hasta cuanto sucede en otros países nos hace daño. Son casi doce meses de severas dificultades financieras para la administración pública, con una población a la que se le dificulta entender el porqué no se abate la violencia delictiva y hay mejoría económica; las deficiencias en el sector salud, en lo referente a carreteras e infraestructura urbana, así como educativa.

Se sabe que hay autoridades -algunas- cuyo esfuerzo y gestiones son meritorios ante el tamaño de los rezagos que se recibieron en octubre, en el caso de los alcaldes, el primero de diciembre la administración federal y el 1 de enero el gobierno de Tabasco. Es un alivio para los servidores públicos y prestadores de servicios diversos, el anuncio de que a diferencia de hace un año se garantizan pagos de salarios y prestaciones a servidores públicos.

Aquí no se da de manera tan acentuada la referida polarización, pero conviene recordar que la premisa que se estableció para los tres niveles de gobierno es la reconciliación, lo que en todos los casos conlleva apertura permanente al diálogo, cero descalificaciones y, sobre todo, buenos resultados; hablar con la verdad, saber comunicar y no creer que se está aún en la noche del triunfo electoral.

Aquí, el problema no radica tanto en la polarización; mas sí en que, por las razones que sean, falta mucho por hacer, máxime que se enfrenta la peor crisis económica que las generaciones vivientes recuerden. Y lo que a la gente le importa, finalmente, es lo que vive en términos de bienestar o malestar personal y familiar.

No basta con los continuos anuncios de próximas inversiones cuando muchísima gente carece de lo básico en el hogar, en tanto que quienes tienen su dinero invertido en negocios chicos, chiquitos, grandes, medianos o grandes, acaban de ver que el famoso Buen Fin no se tradujo en una derrama económica significativa, ni siquiera para las grandes empresas que dan crédito.

Ante esos anuncios, quienes de ello alcanzan a enterarse quizá reafirmen su confianza de que no hay mal que dure cien años; pero la gran interrogante continúa siendo la misma que en años precedentes: ¿y qué hacemos por mientras? ¿Cómo podré sostener mi fuente de empleo? O, ¿cómo haré para pagar mis deudas y, antes que nada, llevar a mi casa lo indispensable?

¿Podemos caer más?

En esta hora puede concluirse que los peores augurios de los analistas económicos para 2019 se habrán cumplido: no solo no se alcanzó el desde un inicio improbable crecimiento de la economía nacional en 4 o 2 por ciento, sino que por el contrario se estima que será un gran logro si no se termina abajo de 0.2 puntos porcentuales.

En ese aspecto la situación resulta ser especialmente grave para Tabasco, porque aquí ya estábamos desde años recientes en menos cero por ciento.

El otro rubro que motivó poderosamente a los electores en 2018 fue el de la inseguridad. Se observa un mayor patrullaje policiaco, pero eso nunca será suficiente cuando se tiene un problema estructural tan extendido como cáncer. Esto, por lo que se refiere a la delincuencia común.

Tenemos también un problema de alcance nacional en materia de crimen organizado, que se traduce en ejecuciones, lo que probablemente sea la explicación de las matanzas en el mercado provisional, el pasado domingo, y en una lavadora de autos este lunes.

La triste realidad es que el problema delictivo, en general, está creciendo en todas partes. Hay una guerra entre cárteles, en la medida en que aumenta el consumo de drogas, junto con el negocio de la extorsión, que es otra de las plagas que agobia a los empresarios tabasqueños de todos tamaños.

Vale insistir: quisiéramos ser optimistas. Por desfortuna, la realidad es agobiante.

En lo económico, los expertos auguran que la situación mejorará en 2020, siempre y cuando el contexto global se componga, y que el gobierno federal pueda cumplir sus metas aun con el enorme peso sobre las finanzas públicas que representa el pago de los programas sociales, cuya derrama trae alivio entre la gente pobre sin ser inversión productiva que derive en reactivación económica.

Twitter: @JOchoaVidal

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