Desinformar y simular. Distraer, entretener y mentir

Mutatis mutandis

El informe gubernamental debe ser pertinente y permanente, no cuando se le ocurre o conviene a los presuntos responsables en turno.

Fuera de contexto real, siguen realizándose los actos y documentos protocolarios, de los cuales se da uso y abuso, tanto por quienes gobiernan como de sus opositores en la nómina. Unos para presumir lo que no hacen; otros para criticar por criticar; y demasiados, en su ambición por llegar al poder, para proponer y prometer lo que, si llegan, no van ni quieren  hacer.

Juego de nunca acabar, mientras la realidad alcanza y somete a penalidades y limitaciones extremas, a los de por vida sacrificados y perjudicados, generación tras generación, convertidos en  pobres, miserables, hambrientos y marginados; a los convertidos también, desde siempre,  en masa clientelar,  carne de cañón, y en medio electorero.

Tragedia aumenta. Crisis económica mal entendida y peor atendida; más  debilitamiento institucional y de las finanzas públicas.

Apremiante consensar y establecer, una buena y realista estrategia y política económica, a todos los gobiernos. Prevenir y planear en verdad, para avanzar.

Ahí va, la desinformación y la simulación, la distracción y el entretenimiento como política comunicativa oficial predilecta.

Y sin embargo, hay que informarse y conocer, para saber apreciar y comprobar lo que se ha hecho o dejado de hacer; para distinguir y valorar logros y avances, porque son pocos y contados; y señalar los demasiados, a partir de lo que merece condena y  rechazo, por el inocultable error, la escandalosa pérdida y el creciente rezago social.

Informe de gobierno que por cierto, no es ni puede considerarse perfecto y ajeno a la real realidad, que lo pone en su lugar. No más servilismo y  abyección, simulación  y corrupción.

Informe que, por áreas de responsabilidad, objetivos y resultados, permite localizar a algunos  buenos y regulares funcionarios; e identificar a muchos más, presuntos responsables y prófugos potenciales.

Evaluar a todos sin excepción más que un derecho, es una obligación ciudadana y social, si se quiere erradicar  malos y peores gobiernos; y consolidar los buenos y aceptables.

Así que a exigir transparencia y rendición de cuentas; a informarse y participar, para evaluar y, en su caso, aprobar o rechazar.

LA CEGUERA DEL CANGREJO; Y LA MIRADA DEL AGUILA.

No hay peor ciego que el que no quiere ver, porque le conviene. Es más, tan ve y sabe, que para su conveniencia dice y asegura que ve otra cosa; y así, dice y sostiene que ve y que percibe otra realidad.

Entre otros ejemplos, esto funciona con más y mejor claridad en la política, tanto en los que dicen gobernar, como en sus oposiciones; y hasta en el público en general, en el que se forman ideas, sentires, corrientes de opinión y hasta ideologías o religiones.

Ver lo que se quiere ver lleva, en muchas y conocidas formas, a intentar convencer, a formar grupo y hasta querer imponer una visión o interpretación de una realidad. Enajenar y dominar, entretener y sobrellevar. Más si se obtienen beneficios, utilidades o ventajas de esa forma de ver que, ceguera inocente no es.

Esto, debe tenerse siempre presente, porque abunda y en muchas formas es lo que se vive, conserva y padece, ya que con frecuencia y hasta con naturalidad, en cuestiones públicas importantes, como en  política y formas de gobierno,   y en creencias y tipo de religión.

Así, la Historia sigue acumulando innumerables casos y ejemplos, de las visiones e interpretaciones, de las enfrentadas o coincidentes formas de ver, pensar o proponer,  tanto los que están y ejercen representación y poder público, para mantenerse y beneficiarse; como los que siendo oposición intentan desplazar y obtenerlo, también para su beneficio.

BUENO, MALO Y PEOR GOBIERNO.

 De todo este amplio tema, lo que por ahora se quiere resaltar, es lo  imprescindible que son tanto pluralidad y civilidad, como  objetividad, para  distinguir y separar, buenos, malos y peores gobiernos; para separar, acertadas y mejorables acciones gubernamentales, de equivocadas y catastróficas;  separar logros y avances de errores y pérdidas; y, desde luego, denunciar y sancionar servidores públicos ineptos y corruptos, ineficientes y delincuentes.

La pluralidad, caracteriza y fortalece la Democracia y sus libertades, a través de un verdadero Estado de Derecho.

La responsabilidad, se determina en leyes, que precisan y garantizan a todos,  sus obligaciones y deberes,  derechos y libertades, tanto institucionales, como individuales y sociales;.

Y en cuanto a la  objetividad, resulta imprescindible para analizar y evaluar la realidad y, sobre todo, para la comprobación de certeza o validez de lo que se dice o sostiene como verdad o certeza, o como falsedad y mentira.

En todo, urge más y mejor participación y evaluación ciudadana y social.

LA MENTIRA POLÍTICA.

Para gobernar al gobierno, necesario abordar y debatir, otros temas importantes, como la inocultable mentira política que subsiste y crece cuando se le favorece o facilita.

Ignacio Mendiola Gonzalo, reseña el breve, cuestionado y famoso libro de John Arbuthnot y Jonathan Swift, El arte de la mentira política. Entre otros aspectos, señala, a “la política como depositaria  por excelencia de la mentira, como espacio que no sólo  favorece  la mentira sino  como espacio  que exige  mentir en la organización  y comunicación de la multiplicidad de asuntos que han de ser gestionados…”   

Manuel Ajenjo, comenta al respecto que, “la mentira política es el arte de hacer creer al pueblo falsedades saludables para –según la óptica del mentiroso- un buen fin. Se denomina arte para distinguirlo de la acción de decir la verdad que no precisa de capacidad, imaginación y talento. No existe ningún derecho a la verdad política; el pueblo no tiene derecho alguno a pretender ser informado de la verdad en materia de gobierno…” (Eleconomista.010519)

Por lo pronto. Imprescindible fortalecer objetividad en el análisis y debate de los asuntos públicos.

Exigir siempre legitimidad y legalidad institucional. Todo servidor público debe caracterizarle, cuando menos: honestidad, responsabilidad, capacidad y efectividad. No basta con una cualidad, se deben exigir las 5 a la vez.

Regresaremos al tema, de la redituable mentira política

-Académico.IIESESUV. Twitter@RafaelAriasH, Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH   

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