DESEMPLEO: NO SE VE, SE SIENTE

Foto: Razón Pública

En el llano

Si bien los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), señalan que la tasa de desempleo se ubicó el 21 de septiembre de 2021 en el 4.2% de la población económicamente activa (PEA) en septiembre de 2021, cifra inferior al 5.1% del mismo mes de 2020, nadie puede echar al vuelo campanas triunfales.

Sin ánimos pesimistas, el dato real es que el desempleo creció más de medio millón de personas en un año. Avezados especialistas en el tema, precisan que la tasa de informalidad aumentó 7.7% respecto a abril de 2020, cuando la pandemia daba el primer golpe a la economía mexicana.

A un año del primer indicador importante de la crisis, está claro que el empleo aún no logra recuperarse satisfactoriamente. Según la última Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, la desocupación a finales de abril de este año, había crecido 574 mil personas en comparación con el mismo mes de,1 millones de 2020. De acuerdo con esa misma encuesta, hay 2.7 millones de personas desocupadas, la tasa de desempleo se halla en el 4.7%, en tanto que la tasa de empleo informal aumentó 7.7%, hasta significar el 55.6% de la población ocupada. Por contrapartida, las personas que declararon estar empleadas aumentaron hasta 54.8 millones de trabajadores.

Cuando hablamos del desempleo en México, no atenuamos la frustrante sordera del gobierno en torno al problema, que sigue golpeando a millones de compatriotas de pocos recursos económicos; como un contagio llegado para quedarse.

Nada de #IngresoVital

Diversos sectores de la sociedad no cesan en una demanda desoída: que se apruebe con urgencia, así sea transitoriamente, el #IngresoVital.

Preocupa que detrás de esa sordera, empiece a percibirse peligrosamente que acaso es la insolvencia gubernamental, la que está abriendo sus insatisfechas fauces.

De otra manera no se explican los retrasos en el pago de compromisos económicos incumplidos. Las manifestaciones coléricas porque escasean los medicamentos, particularmente los empleados para el tratamiento del cáncer. Cólera inexplicable cuando es el presidente de la república quien la descarga sobre sobre funcionarios subordinados, como el secretario de Salud, Dr. Jorge Alcocer Varela (entre otros), cuyo “jefe del Poder Ejecutivo” es nada menos que Andrés Manuel López Obrador.

De la mano con estas rarezas deficitarias, están las inapelables rasuradas que le da en la Cámara de Diputados el partido en el poder al presupuesto público (aunque hay que aclarar que estas rasuradas suelen estar dirigidas contra “los adversarios”, “los enemigos del pueblo” o “los conservadores”, como el presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), el Dr. Lorenzo Córdova Vianello (por cierto, hijo del severo maestro que tuvo López Obrador en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, el Dr. Arnaldo Córdova Córdova, formado en las Universidades de Michoacán y de Roma).

Por encima de todos los males se alza el desempleo golpeador.

Ojalá que recientes datos, actualizados por el INEGI), no arranquen sonrisas triunfalistas a los acuciosos encargados de aplicar recortes presupuestales a diestra y siniestra, dizque por culpa de la pandemia del Covid-19.

La mala noticia, que ojalá no hayan festinado algunos de nuestros encumbrados funcionarios en el poder público, es que debido a la pandemia de Covi, alrededor de 6.3 millones de compatriotas, que ocupan (¿u ocupaban?, poco más del 41% de los hogares mexicanos) dejaron de figurar en las clases medias nacionales,. ahora estigmatizadas nada menos que por el presidente López Obrador quien las descalificó por “aspiracionistas”.

Otros factores, invisibles o inexistentes desde las alturas del poder, se suman a la irritación social- Por ejemplo, los enjundiosos llamados presidenciales para que vuelvan a las aulas escolares millones de niños y jóvenes, parece que olvidaron el fatídico “salgan, abrácense, no tengan miedo”, con todo y la carga de los casi 350 mil muertos que lleva la contagiosa pandemia (según cuentas oficiales).

Al inaugurar hace unos días el 18º. Congreso Internacional Hospital del Futuro, el representante en México de la Organización Panamericana de la Salud (OMS), Cristian Roberto Morales Fuhrimann, hizo declaraciones que no suelen ser gratas para los oídos del gobierno mexicano.

Es probable, dijo, que en noviembre y diciembre haya una ola nueva ola de contagios por Covid-19 (sobre la que ya están alertando países europeos). Morales Fuhrimann añadió a su comentario que en dos semanas México podrá ver el efecto que tendrán el Desfile del Día de Muertos del 31 de octubre, al cual asistió un millón de personas, y el Gran Premio de México de la Fórmula 1.

Mientras tanto, por más que oficiosamente autoridades estadounidenses han señalado que son “delincuentes” quienes encabezan algunas de las caravanas de migrantes que cruzan por México, la miseria sigue su marcha incontenible hacia el norte. El jueves 11 de noviembre ya estaba anunciada una nueva columna que partiría de Tapachula el miércoles 17 del mes en curso.

Balde de agua fría sobre entusiasmos prematuros.

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